Esperando la luz que apague nuestras vidas,
el invierno que acalle mis silencios,
la hora de la noche en que se enciman
los escombros de todos los misterios.
Esperando el litoral que abra la herida,
el ayer cetrino que no llora más,
ese boleto falso de una bienvenida
que me permita acceder hacia la paz.
Esperando algo que nunca llega,
esperando algo que nunca vendrá,
el día que la dicha me devuelva,
la noche en su oscuro e intenso mar.
Esperando el Caronte de mis sombras,
el peso creciente de la gravedad
al Leviatán perdido de mis memorias,
y eso que alguna vez creí amar.
Esperando el espejo roto y descompuesto
de la llana tristeza que no piensa más,
Esperando la toxina o el veneno predilecto,
el acantilado para el salto mortal.
Esperando el saludo de mi suerte,
una fe de esperanza venidera,
un murmullo dentro de mi mente
que me diga que algo vale la pena.