Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

jueves, 26 de abril de 2012

Quejido


No han pasado aún todas las horas necesarias para olvidarte, para enterrarte en un huerto y decir que te echaste a perder oculto bajo la nieve húmeda del invierno. Ya se ha descongelado el tiempo, se han impregnado los días con pensamientos sobre el día que te vi sonreír, incluso pensarte ahora deja mi corazón como un fuego que se va extinguiendo con el viento de tus labios que me mordían y fatigaban la sensación del temblor en mi cuerpo. Vuelves siempre, vuelves y vuelves y me revuelve la cabeza pensar en ti, cuando no quiero, y no poder pensarte cuando lo deseo. No entiendo como mi organismo permitió meter unas cuantas fibras de corazón a un cerebro que ya no tiene otro pensamiento.

En estos días disfruto mucho, como dije, hacer reír a las personas, no importa las penas que uno pueda pasar cuando posas una sonrisa ajena en una persona, el reflejo siempre se hace presente en lo más enterrado que tiene uno en su alma y que, claro, no se ha extraviado del todo. Todo son problemas, todo en felicidad, así de simple es la vida. 

Vida mía, cariño de mis recuerdos, siempre de mis recuerdos, la edad me ha atrapado por completo, porque ya sabes lo que dicen, las personas envejecidas solo piensan en el pasado más nunca en el futuro. Así estoy yo, con este cuerpo a medio construir, con esta mente sin brújula, con estos labios sin reposo, con el pasado en las manos. ¿Qué puedo hacer? me he convertido en mi propio verdugo y tú en el pequeño resquicio de esperanza Nofechada, ¡Ca-du-ca-da!, Sinretor-no. 

Todo es alrededor de como mi cuerpo se ha convertido en una hora: 1:50 am, se ha convertido en un mes: mayo, se ha transformado en un quedo y simple DO de una guitarra de cuerdas viejas a punto de romperse. En todo eso y más cariño mío. Yo me pregunto, ¿qué día es hoy, que hora, en qué segundo que te perdí?.

Sabes he estado practicando esa extraña dieta, la dieta solitaria, esa donde como pero nada me sabe, esa donde estoy en la mesa esperando a tu sombra ocupar su asiento. Una dieta efectiva que garantiza adelgazar en menos de un día, libre de Calorías-Besos, ausencia de líquido vital de tu saliva, ascetismo de tu cuerpo, analcoreta sin tus ojos tan bellos, y como me lleno con eso no tengo ni porque comer, ni porque beber. No eres rencor vivo amado mío, por eso no bebo Beninger, Shiraz ni Vodka, aunque sabes que quisiera. También he tomado otros pasatiempos y actividades sanas, como la de llorar solo cuando tus manos se dibujan sobre la ventana o sobre el estanque donde pasabas el tiempo y claro mi mejor pasatiempo escuchar esa canción que se repite una y otra vez como si en ella fuera a encontrarte, como diciendo: ¡Vaya así que en LA te habías escondido, DO aquí andabas, RE canijo estabas jugando!.

Estoy viviendo por nada ahora, viviendo por poco en realidad si quiero ser algo sincera, viviendo para ver si mañana cambia algo, para ver si en la arena del desierto te encuentro, para buscar tus pasos sobre las nubes si no es que se han borrado ya, te he buscado en cada gota de la lluvia ¡te lo juro que sí vida mía!, lo que pasa es que nunca alcanzó a atrapar todas las gotas, entonces siempre pienso que te he vuelto a perder de nuevo porque no he sido capaz de alcanzarte entre el diluvio. 

Te amo pero vida mía el corazón se me ha hecho de piedra y me pesa cargarlo a todos lados, me pesa prestarlo y que todos intenten romperlo para vaciar lo de adentro. 

Esta es otra breve carta que termina siendo un quejido eterno. 

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