He vertido cada pedacito que mi alma se permitía escribirles a ustedes; cada frase, cada historia y cada poema con el que deseaba comunicar los sentimientos, los pensamientos y cada recoveco de mí, todos parecen culminar hoy.
Con amarilis vi renacidas esperanzas, con la rosa púrpura escondí todas las rasgaduras de un vestido que se deshacía con el tiempo, la despedida es definitiva y es un funeral para rosas de un bello berenjena.
Muchas cosas carecen de sentido, muchas cada lector le encontró su propio significado; a todos ustedes que me han acompañado en mi tramo de letras, gracias por sus comentarios, gracias por su apoyo como colegas, como amigos, como amados.
Este espacio fue para mí un refugio de ideas, un refugio de miedo y salvaguarda de deseos. Estos versos fueron cartas desesperanzadas de una poeta que sintió con cada fibra nerviosa las diferentes variantes de cada sentimiento experimentado y por experimentar. Escribir me ayudó a definirme a mi misma, a saber quien era y que podía ser; escribir me devolvía vida cuando me sentía morir por dentro. Cada poema eran pedazos de mi vida que se fueron construyendo con el tiempo.
Cada palabra escrita sobre este mar de redes era un daguerrotipo en blanco y negro que capturaba mejor de lo que yo podía expresar verbalmente cada uno de mis anhelos, una producción que hoy termina por dejar de escribirse. Yo creo que hasta aquí se acaba una etapa muy inmadura y lo que escriba después de esto podrá ser mejor que todo lo que viví.
Esto fue Alma de Amarilis, Versos y Otros Daguerrotipos.