La noche es fresca y el mes es de Octubre, hace frío pero no trajiste nada contigo, caminas hasta que llegas a tu bar de excelencia pides tu bebida favorita y sabes que será una noche más sin la existencia de él en tu vida, la nostalgia te inunda, sabes que no eres la única a la que escribió, sabes que no eres la única a la que amó y sabes perfectamente que no eres lo que más quiso, pero eso no te detiene de pensar en él. ¨Es caso perdido¨ pronuncias entre unos labios con sabor a licor, la noche se alterna entre rostros, todos tan parecidos a ti, gente que se decepciona, que sabe que lo que parecía un hecho innegable ahora parece más una premisa sin resolución positiva, un axioma perdido, un suceso son el sincronizar de los días, entre la idea bifásica: ¨Te amo pero no puedo estar contigo¨ ¨Estoy contigo pero no te amo¨.
Tu cabello lo sueltas, dejándolo caer largo por un abrigo que te proporcionó un hombre que platicó contigo toda la noche, la misma situación, ¨Estoy con una mujer a quién no quiero herir¨ ¨Estoy hiriendo una mujer con la que no estoy¨. Te despides amablemente con un beso en su mejilla y le deseas lo mejor pero sabes que para que todo vaya mejor ambas ideas bipartidas deben eliminarse, como sea nunca se está bien.
Entras a una tienda, de esas que abren las 24 horas del día, y al abrirse unas puertas corredizas lo encuentras parado en la fila junto a una maquina que marca el precio de una botella de brandy, ya no lo recordabas bien, se veía más alto, más delgado, parecía estar bien, solo que, al verte se ha quedado paralizado como si hubiese visto un fantasma, decides salir por donde entraste incluso olvidaste por qué habías ido allí. Elucidas que es mejor irse lo antes posible, caminas lejos por la acera, piensas en regresar pero sabes que el destino nunca los unió, ambos decidieron bajo circunstancias distintas unirse, sin anudarse como el destino anuda naturalmente, se separarían primero por distancia y después por bienestar.
Tus lagrimas se asoman como piedras pesadas en tus parpados, hasta que terminas atrapándolas inmensas por tus manos, has decidido volver al bar, el dueño del abrigo sigue sentado, al verte entrar sonríe… has decidido ver si esta vez haces un buen nudo.
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