A estos días, todo tan distinto,
indistinguibles tintes con que pinto,
y me río, y me sonrío de llorar,
sabiendo que tanto te puedo amar.
Más allá de la atrevida mirada,
de la vida obtenida y cambiada,
me detengo mucho a observar,
lo que hacen tus ojos al hablar.
Y si con tu verdad me asombro
de mí reconstruyendo cada escombro,
¿cómo esto puede ser real?
¿cuándo me pudiste conquistar?
Si tengo que correr, me echo andar,
esperando que me puedas alcanzar
para abrazarme fuerte y no soltarme,
de sentirme inerte a materia viviente.
Como escribas los días, las horas que me das
con tus dedos que me gritan bésame ya,
y te niego uno o todos para desesperarte
sabiendo que tus labios podrían atacarme.
Se llega la mañana, todo es un murmullo,
el murmullo ajeno de un mundo al que huyo
para refugiarme en tus brazos
y si puedo hasta en tus labios.
Porque con tu rostro descubro alegrías,
con el encanto de tus melodías,
que con ellas no necesitas hablar,
en nuestro lenguaje te invito a callar.
Pesan sobre mí los minutos que no estás,
si algo te preocupa, me preocupo más,
por eso me preguntaré siempre
¿por qué contigo no existe diciembre?
Empiezo a recordar lo que siento
con cada cariño tuyo me recupero.
No necesito más medicina, más doctor,
todo me alivia, me alivia tu amor...
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