- Todo se encuentra normal, solo fue un desmayo, procure señor no hacerlo con tanta fuerza- Confieso si quería reírme pero me hice la inconsciente aún solo para ver que hacía. Mientras doctor y enfermera ya habían salido de la habitación, él seguía mirando por la ventana ¿por qué no querría verme?, pronto lo vi salir de la habitación, ya sentía la presencia de la decepción, sentía mis lágrimas salir aún con los ojos cerrados y justo iba abrirlos cuando escuché ceder la puerta, era él de nuevo pero se oía algo más parecía célofan o plástico, olía a rosas... casi parecía tonto haber empezado a llorar, se detuvo frente a mi cama unos segundos, lo sentí secar mis lágrimas y nuevamente se acercó a la ventana, no sé que tanto veía, finalmente decidí abrir los ojos, me levanté, según yo, con sigilo y justo a su lado recargue mi cabeza para ver lo que él veía, y afuera un juego de luces de navidad encendía sobre el estacionamiento del hospital un enorme: ¨Gracias¨, esa noche volvimos donde mismo, a la misma habitación y nuevamente sentí ese escalofrío y esas ganas de sentir el calor de él complementando mi espacio vacío, solo que ahora no eran suposiciones mías, eran certezas de que esto podría funcionar muy bien para mí.
Destinatario
Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.
domingo, 28 de agosto de 2011
El juego de los sexos
- Todo se encuentra normal, solo fue un desmayo, procure señor no hacerlo con tanta fuerza- Confieso si quería reírme pero me hice la inconsciente aún solo para ver que hacía. Mientras doctor y enfermera ya habían salido de la habitación, él seguía mirando por la ventana ¿por qué no querría verme?, pronto lo vi salir de la habitación, ya sentía la presencia de la decepción, sentía mis lágrimas salir aún con los ojos cerrados y justo iba abrirlos cuando escuché ceder la puerta, era él de nuevo pero se oía algo más parecía célofan o plástico, olía a rosas... casi parecía tonto haber empezado a llorar, se detuvo frente a mi cama unos segundos, lo sentí secar mis lágrimas y nuevamente se acercó a la ventana, no sé que tanto veía, finalmente decidí abrir los ojos, me levanté, según yo, con sigilo y justo a su lado recargue mi cabeza para ver lo que él veía, y afuera un juego de luces de navidad encendía sobre el estacionamiento del hospital un enorme: ¨Gracias¨, esa noche volvimos donde mismo, a la misma habitación y nuevamente sentí ese escalofrío y esas ganas de sentir el calor de él complementando mi espacio vacío, solo que ahora no eran suposiciones mías, eran certezas de que esto podría funcionar muy bien para mí.
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