Hoy pude contar entre mis días solo este de provecho, provecho porque no me fue nada mal en mis exámenes, provecho porque disfrute un día al lado de una persona a la que amo, y provecho para el alma. Debo decir no suelo dar limosnas a nadie, no suelo abrirle ni la ventana a la gente que se acerca a pedir, ni la gente en el suelo que mendiga, no suelo abrir la puerta a cualquier necesitado porque la verdad de todo esto es que incluso hasta la condición más sublime se corrompe con los ideales más perversos de aquellos miserables y embaucadores; ya no estoy segura si fue señal o fueron simples coincidencias relativas.
Camino al puente de cruce Zaragoza, un mujer que se veía bastante mayor pedía en un vaso de polietileno con la famosa marca de Coca- Cola, lo importante de esto es que estaba en silla de ruedas y era bastante mayor sin embargo la veía jugar con sus pies que mecían la silla de adelante hacia atrás, si la tenía era por el cansancio, casi pero no tanto descarado, de no agotarse pidiendo.
Bien pudo haberle servido a alguien más que de verdad lo quisiera a ese pan ranchero, que no era nada de despreciar.
Eso más el hecho de que se conoce que aquí en México los niños son explotados por sus padres, secuestradores, o alguna persona que ha sabido bien aprovecharse de la inocencia que estos poseen, por eso si piden dinero, dinero no le doy a nadie tenga cambio o no, porque el dinero compra muchas cosas, desde un burrito (propios de Juárez) o una bicicleta hasta sexo, drogas y alcohol.
Hoy particularmente hice algo que no tenía contemplado, nadie lo tendría contemplado eso supongo, pero hoy precisamente en Rio Grande me encontraba comiendo y al acercarme a esta famosa tienda de surtido de helados, un niño se acerco a mí, podría presumirse que no tenía más de 6 o 7, estaba flaquito, enanito, harapiento y sucio, quemado por el sol, supongo de donde busca en las calles su ganancia o comida del día, el caso es que se acerco pidiéndome dinero para comer, le dije que no tenía dinero. (Debo agregar que ni siquiera suelo mirarlos porque a veces tanta es su burla al traer recetas médicas de hace 3 años explicando una enfermedad grave o incurable, y así esta misma cantaleta pidiendo en los mismos lugares para comprar lo que solo podría hacerlos más miserables) Así pues le negué totalmente al niño, después una niña se acercó… por las facciones puedo aventurarme a decir… era su hermanita.
Un poco mayor que el niño por un año o dos, flaquita también con la ropa desaliñada y sucia, se acerco viéndome como miran los niños a los mayores, con las orbitas muy arriba tanto que levantan más el parpado y con una luz temblorosa a la expectativa de la vista superior; me hablo con la voz de cualquier niño que no ve la maldad que existe o con la dulzura de aquellos que son felices por las cosas simples, como los niños que piden cosas sin saber ni importarles el valor real, entonces me dijo:
- ¿Oye me das para comprar comida?- La ignoré, pensé¨ la misma historia que el niño¨, ella siguió viéndome mientras yo me encontraba frente al aparador de refrigeradores donde servían los helados.
- ¿Oye me compras una nieve?- En ese momento no pude evitar sentir que mi fría ignorancia o mi cruel pensamiento con respecto a las personas se quebraba ante unos ojos que me pedían el capricho como cualquier otro niño con padres de dinero que pide el helado del sábado o del viernes. Yo me gire a verla e inmediatamente el niño se acerco.
- ¿A mí también me compras un helado?- Les sonríe y dije.
- Claro que si, ¿de qué lo quieren?- Ambos a unisonó me dijeron ¨¡fresa!¨
Tomé el dinero, le pedí al expendedor dos helados de fresa, mientras los veía apalancarse sobre el vidrio para ver el tan apreciado helado ser puesto sobre unos conos sencillos, la forma en que se iluminaban sus caras y sus manos pedían a prisa un helado seguía diluyendo el ácido de mis ideas preformadas. Una vez que recibieron su helado dijeron ¨Gracias¨ yo les dije ¨provecho¨ aún con la sonrisa y con el mismo sentimiento de tristeza, un sonrisa triste. Una vez que me voltee les perdí la vista, sé que no hay muchas probabilidades de poderlos volverá ver.
Lo bello de la inocencia con que viven los niños o de la nueva mentalidad con la que vienen es que así se tratará de un helado (como en este caso) o de el diamante más grande del mundo, para ellos es un valor equivalente o a favor del helado, como quiera pueden tirar sus juguetes, perderlos pero si encuentran un gusano de color verde lo atrapan como cazadores de una película de selva perdida, lo preservan como científicos capturan sus muestras y hasta de cuidadores la hacen para preservarlo con vida, porque más que nada aprecian eso, la vida, aun sin saber que es; y lo preservan, lo cuidan de que nadie se lo lleve o de no perderlo poniéndolo en el único lugar secreto que conocen para guardar tesoros como estos, corcholatas, tazos, canicas, tarjetas de colección, todo eso tiene más valor. Otra de sus bellas características es que para ellos no existen los dobles sentidos, solo los conceptos simples, chile es el alimento que pica, escuela es a recreo o a tarea aburrida, el profesor genial o la profesora más linda es el /la que juega o bromea con ellos. Ellos no saben lo que es el futuro y por eso tampoco se preocupan por ello, no saben lo importante de formarse de una carrera porque la mejor carrera es la de las bicicletas o de correr de un extremo del patio al otro. Tampoco piensan en el pasado ya que todo se va olvidando sin dolor ni esencia, no recuerdan que había de tarea pero la tarea de mayor importancia era la de retar al amigo, la de jugar con la amiga.
Es curioso. Lo mismo pasa acá en Costa Rica. Te topas por la calle todo tipo de historias, que van desde personas con malformaciones, hasta afectados por el terremoto de hace dos años, historias diferentes, pero al final la mayoría llegan por dinero. Es duro porque no sabes quien dice la verdad y quien no, a pesar algunas veces de la cara inocente de un niño, o de la fragilidad de un anciano, lo cual de antemano a la historia tiende a tener efecto en mí.
ResponderEliminarGeneralmente yo tampoco les doy dinero, porque muchos son personas sanas que al igual que yo, podrían trabajar para ganarlo de la misma forma. Pero algo que me enseñó mi madre es que no se le debe negar un plato de comida a nadie mientras se pueda, por lo que al igual que tú, considero que hay veces en las que se debe hacer la excepción a la regla.
Me gustó mucho tu post. Saludos.
Michael: Exactamente, la verdad es que si existe la gente infortunada pero hay quienes siempre sacaran beneficio de la miseria de las personas, lo cual es de grave etica, sin embargo yo se que quien realmente lo necesite pedira lo que busca, hasta ahora nunca he perdido el tino para descubrir quien estafa y quien de verdad esta en apuros, por eso hice lo contrario a lo que pienso, porque se que el no se le debe negar bebida ni comida a quien lo necesita. Gracias por tu comment, Saludos.
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