- Una vez creí que existían los cariños de papel, de plata pintada, de copete peinado, de peluche y moños satín.
- ¿De qué hablas?
- De que ya no creo en las mismas cosas, verás, he recibido muchos peluches en mi vida, osos más grandes que yo y también más pequeños que yo y ¿sabes que les hice?
- No, ¿qué?
- Les quite los suetercitos, los moñitos y listones y los regale así sin más a mis amigas más queridas.
- No te creo.
- No me creas, aquí viene mi kiwi (aclarando es mi perro), cada invierno me ahorré la tarea de tejer suéteres para él; los listones los uso en mi cabello de vez en cuando, aún tengo esa costumbre después de todo cuando se es aún de cierta edad todo te sienta bien, o algunos otros los he usado en adornos para cartas a amigas lejanas o que llevaba tiempo sin ver, para regalos de familiares o para un toque especial a algún adorno de mi habitación, naturalmente no se quedan mucho tiempo, casi siempre desecho todo lo que tengo.
- Eres cruel es decir a poco tirarías todas las cartas que te he visto recibir, todos los juguetitos, adornos, peluches, collares, aretes, pulseras, medallas, ropa y demás cosas que te he visto siempre recibir.
- Suenas a una mujer de 40 a la que le han roto el corazón.
- No amiga, sueno a una mujer que decidió como es feliz hoy y no como recuerda haber sido feliz ayer. Muchos corazones de caramelo fueron directo a la basura, un sobre con más de 100 cartas fue ayer incinerado en el aquelarre de mi patio entre mi yo y las sombras alzadas en las llamas, me sentí feliz, el fuego me quito el frio, allí mismo dije adiós a cadenas, brazaletes y pulseras que después de todo nunca tuvieron valor para ninguna de las dos partes, todo se fue, hasta el único objeto que me pidió que cuidara fue ayer arrastrado por el drenaje.
- Pero mira, son cosas que en algún momento esa persona lo sintió y por lo tanto deben ser verdaderas
- Se que no, conozco ahora y reconozco muy bien las diferencias, cuando alguien solo busca algo y cuando alguien realmente dice las cosas y hace las cosas como se deben, con responsabilidad y de frente.
- Tenía mis razones, la primera no se merecía ni siquiera que yo hiciera un show por eso, solo dije: vayan a terminarlo y díganle lo que quieran, sé que no le importará, y ¿qué crees? así fue, el tiempo paso, supe que lo batearon algunas veces, supe que sufrió algunas vergüenzas pero también no lo puedo negar regreso a ofrecer una disculpa que tardo cerca de 2 años, no hizo nada mal saber que ambos estábamos bien en cierta manera no queda nada que arder de eso.
- Pues creo que más bien fueron tus decisiones las que te llevaron a elegir muy mal ¿no crees?
- No te lo niego.
- Luego fue leer otras tantas cartas de esperanzas falsas, y también cartas que escribí y nunca di a sus respectivos destinatarios en sus respectivos momentos, nunca lo hice porque sabía que en algún punto también debía detenerme, y lo hice, todas las rompí o queme, me sentí mejor, todo eso me recordó muchas aventuras y experiencias y las quemo porque es mejor que no regresen nunca.
- De alguna manera no podías saber lo que no podías ver.
- En cierta manera, lo bueno es que hoy en día es fácil ignorar correos, fotos, cartas secretas y demás.
- Insisto ¡qué mala eres!
- No soy mala, es que mi juego ahora es de ganar.
Sin embargo por todo esto que te digo, debo decir que aunque suene cínico, yo sé que todo lo que viví lo disfruté, todo lo que dije amar lo sentí en su momento y ya no, por las razones de que mi amor no se alimenta a distancias ni a escondidas, mi amor no nace de las letras que escribo, ni de los poemas que relato, si no de las palabras que puedo decir de frente y de la mirada que nunca supe esconder.
- ¡Eso!
Los detalles , cartas y otras monerias se pierden, se oxidan ( a ecepcion de los chocolates.
ResponderEliminarEl amor cara a cara es el menos dudoso, porque tiene menos mentiras.
Que bueno ser malo, tan malo que se es bueno.
bonito diseño del blog, un tanto cholo pero mola
Los chocolates también se oxidan :9 jaja
ResponderEliminarAsí siempre es mejor, cara a cara. Jajajaja sí :D Gracias por leerme, saludos Míkel