Octubre me pesa a cadáver de hojas,
humedad de lágrimas corriendo de las nubes,
al frío de tu ausencia pronta a despertarme,
Octubre me sabe al verano que se alejo de tus labios
y a la penetrante herida de tu sombra acechándome...
CG
Entresoñando... casi imaginando que el vacío de mi cuerpo no me ha dejado intacta aún, que esas sombras que veo en todos los rincones de mi casa, son una ilusión más, un miedo más; a mí parecer todas me han parecido tan curiosas, ¿cuántos de ustedes describirían las sombras de forma humana? y ¿por qué?, supongo que es porque el humano siempre se ha creído el centro de todo y a todo le haya semejanza y forma consigo mismo, pero no, no es así como yo describiría estas sombras.
La noche anterior, después de haber hecho el amor con Esteban le platiqué mientras parecía caerse dormido, que había visto de nuevo las sombras, justo cuando guardaba la comida, en la repisa del viejo librero de su padre, una graciosa sombra se columpiaba como si estuviese jugando sola y aburrida, la ignoré en aquel momento pero seguía con el rabillo del ojo vigilándola para evitar que alguna figurilla de porcelana china se rompiera con la singular diversión de esa aparición, una vez que todo estuvo guardado cerré los ojos profundamente, sentía un sopor que me obligaba a dejar el trabajo que hacía y me invitaba a descansar y cuando guardaba mi trabajo en el portátil, la sombra se lanzó desde la quinta repisa, confieso que me asomé para ver que no se hubiese lastimado, pronto la vi correr subiendo los escalones en forma de caracol que subían hasta nuestra habitación, la oía desde allá arriba gritándome fuertemente por mi nombre ¨Zuleym, Zuleym¨ y no me convencía del todo, sus gritos eran muy quedos.
Subí con los pies pesados arrastrándolos por cada escalón, hasta que llegue al amplio pasillo, al parecer Esteban nunca recogió lo que le pedí, tampoco me ayudo en nada en la casa y aún así comprendí que hubiese llegado muy cansado del trabajo, de todas maneras no iba a reprocharselo. Entonces me acosté junto con él y me exigió que me desvistiera, accedí porque lo quería feliz y relajado, así me ayudaría un poco en los quehaceres, después de eso cada noche le comentaba lo que la sombra hacía y siempre me preguntaba como era la sombra, y yo siempre le conteste que no sabía, que no tenía forma solo era una sombra enana que se escabullía, salvo esas veces que la apreciaba en mi habitación arrinconada y quieta como si acechara, eso no me permitía dormir, sentía que si dormía alguien saldría lastimado.
Insistentemente la perseguía por toda la casa cuando estaba sola y nadie me veía, a veces utilizaba trampas de ratón y otras fabricadas por mi imaginación, en ocasiones me hacía la dormida hasta que se acercaba y echaba de nuevo a la carrera, más nunca la alcancé, al menos hasta la noche de la semana pasada, Esteban dormía profundamente como siempre solía hacerlo después de estar conmigo, y ya podía atisbar la sombra desde la buhardilla, quita cerca de un viejo baúl de su madre donde guardaba infinidad de tesoros del siglo viejo, previamente había traído una cuerda para atarla mientras así me permitiría desollarla, puesto que no podía seguir así privándome del sueño.
La sombra inocente que jugueteaba cerca del baúl se acercó a mí en cuanto imaginó que me había dormido, ya la veía trepándose por la figura de mi somnoliento esposo, juguetona se acercaba a sus labios y ¡aproveché su descuido!, con la soga la rodeé y la ate fuertemente para que ni por resbalo alguno se pudiese safar, la jalé, alegrándome de que era una sombra muda hasta el baño contiguo, ahí la sujete a la tasa y poco a poco fui abriéndola a la mitad, desde su porción cefálica al cogote, la sombra que hasta entonces parecía muda empezó a chillar frenética, la realidad era que me interesaba saber que podía haber dentro de una sombra, así que como pude intente callarla y la sombra que bien pude haberla subestimado de débil dio tremendos golpes contra todo para safarse, eso hasta que no soportó más el dolor y murió.
Limpié todo el desastre regado por la sombra, no quería manchas de oscuridad por todo el piso del baño como de las paredes, apenas amanecía y yo entresoñando... casi imaginando que el vacío de mi cuerpo no me había dejado intacta aún, que esas sombras que veía en todos los rincones de mi casa, eran una ilusión más, un miedo más; a mí parecer todas me han parecido tan curiosas, ¿cuántos de ustedes describirían las sombras de forma humana? y ¿por qué?, supongo que es porque el humano siempre se ha creído el centro de todo y a todo le haya semejanza y forma consigo mismo, pero no, no es así como yo describiría estas sombras.
A mí lado Esteban dormía casi me daba tristeza no haber limpiado todo, un poco de sombra se había impregnado en su sábana, su rostro y su pecho, y él, tan tranquilo como si nada hubiese perturbado su sueño, casi parecía que dormía... ahora solo era cuestión de enviarlo al sótano para que viera que las sombras que veía, eran reales, tal vez lo encerraría ahí un tiempo para que me creyera de verdad, pero solo él sabría, nadie más tendría porque enterarse.