Por allá pasa la nube feliz y ligera
transitoria blanca gris, llena de esmero
le siguen y persiguen los días y las horas
y parecen casi correr cerca del mes de enero.
Por otro lado estoy yo aquí sentada,
casi volteando a ver al hermoso cielo,
por alguna razón la mañana quedada,
se resbalo hasta mis ojos cansados de nuevo.
Los huesos me duelen en demasía,
mi cuerpo cortado, agotado y muy cansado
sigue afuera, sin titubear mi cuerpo esperaría
a que tú por algún lado regresaras de nuevo.
Ya se acaba el día y las hojas se tornan amarillas,
ya hace frío, y mi corazón empieza a latir lento,
se ha desilusionado, se ha agachado en cunclillas
para buscar en largos pasos al remordimiento.
La noche ha caído y la tristeza dio vuelta a la avenida,
me ha acariciado el vacío del cuerpo,
le ha exprimido toda la sensación de una dicha
que ya nunca se atrevió a volver de nuevo...
y así se me irá la vida... esperándote de nuevo...
Las frías noches que acompañan cada día
ResponderEliminarLa soledad es el mayor misterio de un mundo lleno de habitantes.