Como quien ha embadurnado la droga opiosa,
la oscuridad en las penumbras quebranta en locura
y la llena de sombras informes y borrosas.
Como decidiste, destemplado, a tu vida juntarme,
cubrirme hasta que poco a poco me asfixiaba
y después de eso sentir tu vacío al besarme.
¿Por qué sujetarse tan fuertemente a la mano
y después soltarla en el abismo del dolor?
¿Te irías como viento escurridizo de desencanto?.
Así pasarías veloz entre las veladoras
ligero y fácil entre las esperanzas perdidas,
y tan callado como las frases cortas.
Te convertiste en una mirada cansada y furtiva,
mi vida se llenó de miedos en zozobra
y frenéticamente esperé a que llegará el día.
Una vez que amaneciera todos mis delirios se irían
diluyendo como los besos de tu boca
y al poco tiempo, mis labios ya no te recordarían.
Pero resulta que cuando la noche se esfumó,
y el día clareaba inmensamente sobre mí,
me dí cuenta, que tu recuerdo nunca borró.
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