Un leve deshielo se monta en la colina,
mis manos te están queriendo tocar,
el frío estival entra como brisa repentina
y mi alma siente que tú ya no estás.
Las peonías salvajes se han calmado,
la noche sin luna arriba a mi vida,
toda luz fue robada hacia un pasado,
en que tu hacías felices mis días.
Mi corazón entre hojas se ha paseado,
las fotos reencarnan viejas pero alegres dichas
en las que nuestras figuras fungen de nuevo
una estela larga e intensa de luz bravía.
En mi cama se ha posicionado el sol de la tarde,
ese es el único calor que recibe mi cuerpo hoy.
En la noche sabe el búho de la melancolía que arde
como un caricia dulce de una mano que nunca te tocó.
Apenas cierro los ojos y parece que te imagino,
te invento en mis duchas, te persigo en mis sueños,
pero sea ha vuelto tan cruel ese mi destino
que me arrastra hondamente a mis recuerdos.
En un frágil aleteo yo he volado,
y vientos intempestivos embisten contra mí,
volar sola por este cielo atormentando
es un viaje largo, cansado y atroz sin ti.
Desde tu partida en mi casa llueve a diario,
desde que te has ido mi alma se siente infeliz,
me encierro cual ave en un claustro
y tu sabes que no canto, ni la pena tiene fin.
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