Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

viernes, 10 de diciembre de 2010

CAPITULO 4.- El amor mata



     Estuve sentada esperando la llegada del tren de las ocho, mucha gente iba venía y pasaba, partían,  eran parejas que se separaban, muchachos que decían adiós a sus familias, personas que partían solas con tristeza y algunos aventureros en busca de algo. Finalmente llego el tren, no entendía porque mi viaje en el vagón estaba tan vacio, aparentemente los demás vagones estaban llenos excepto en el que me encontraba, era sumamente extraño, sin embargo pensé que sería una ventaja tener un poco de privacidad en mi propio vagón así que desde un inicio me recosté cayendo profundamente en un sueño sentada en el más cómodo asiento.


     Desperté ya que el silbato de la primera parada del tren era bastante estruendoso, estaba algo desorientada, siempre era así, me talle los ojos y vi un hombre al otro extremo del vagón, me sentí algo apenada por el hecho de que me hubiese visto dormir estas tres horas de recorrido, me senté derecha por unos minutos, me dirigí al tocador solo por vanidad y regresé a saludar.

     - Buenas noches señor, ¿podría darme la hora? – Si no es nada grandilocuente, ya sabía qué hora era pero quería iniciar conversación y no se me ocurrió de otra forma.
     - Buenas noches señorita, claro que sí, son las once – Se veía que era una persona amable y gentil.
     - Gracias, ¿es la primera vez que viaja en tren?
     - No, de hecho regresó a mi natal París, después de tanto tiempo estar lejos era hora de regresar, me extrañaran mucho en casa, y ¿usted también regresa? – Su sonrisa me conmovió, al decir verdad su apariencia lo delataba mucho como francés, una nariz grande y aguileña, delgado, de cabello rubio, que note al momento en que se quito su sombrero, y ese inconfundible acento.
     - Sí, espero ver a una amiga, supongo que usted extrañara mucho a su esposa e hijos, ¿por qué se fue? – Desato una risa lo que provoco una ligera sonrisa en la mía - ¿qué sucede?
     - Mademoiselle, no estoy casado, vengo aquí a visitar a mis padres, pronto tendré que volver a mi firma de Abogados Barlow & Lippincott en Durham, nuestro edifico se encuentra cerca de un punto focal en Fowler´s Yard, es una zona de Durham donde pueden verse artesanos, tejedores, fotógrafos y escultores, justo detrás del mercado victoriano – Me entregó una tarjeta – Si necesita alguna vez un abogado no dude en llamar señorita, somos el mejor buffet de abogados de Barlow & Lippincott, aunque aun si no necesita un abogado británico bien podría ser su guía francés en La Gran Bretaña, tal vez si gusta, la invitaría a degustar un té en la tarde en Castelvetro Novalis Hall and Gardens, una mansión medieval del siglo XVIII con jardines secretos, queda a unos kilómetros del centro urbano, le aseguro que encontrara ahí un oasis de paz y relajación con sus variados laberintos, su huerto, su patio y sus salones de té – Era tan animosa su invitación que me vi tentada a desviar un poco mi viaje para visitar Durham.
     - Lo tomaré en cuenta, muchas gracias – Estreche su mano y me devolví a mi asiento.

     Durante el viaje el caballero se había dedicado a la lectura de un libro, yo me dedique a descansar de la fatiga, tome algunas píldoras y de repente simplemente me recosté, pasaron unas horas antes de que me diera cuenta que habían detenido el tren en plena llanura. Una vez que recupere la conciencia el caballero no estaba, se había esfumado, afuera veía la gente correr al parecer de un gran resplandor, yo no entendía que pasaba, me sentía adolorida y a donde volteara el tren parecía haberse volcado, uno de los tubos que impedía que cayera el equipaje estaba sobre mí presionando el estomago, seguía desorientada por las pastillas, el dolor crecía y la presión también, perdía la conciencia nuevamente.

     Era como si fuera un sueño o la ilusión de uno, veía una sombra negra de alas rojas, jalaba con fuerza mi brazo, yo no dejaba que me jalara me dolía el vientre, un gran fuego azul estaba detrás de él, y unas sombras mas grandes aun rompían las ventanas del vagón, poco a poco recobraba conciencia de nuevo, seguía atrapada intentaba gritar pero la presión sofocaba mis gritos y la muchedumbre afuera corriendo alarmada no me ayudaba en nada, comencé a asustarme cuando afuera mencionaban que una de las calderas del tren iba a explotar, lo primero que se me ocurrió fue revisar que no tuviera más heridas, después busque algo con que hacer palanca para quitar de encima la barra de fierro que me aprisionaba, no había nada a la mano; nuevamente el dolor me hacía gritar sin efecto de que me escucharan, ¨¿qué paso con aquel hombre, ni siquiera le pregunte su nombre?¨ reí por mi comentario expresado, sabía que era el shock por el dolor, pero me era gracioso sentir que deliraba por su nombre.


     De repente, alguien intentaba abrir las puertas del vagón, grite.


     - Necesito ayuda, tengo una barra encima, no puedo salir – Oí que unas pisadas se retiraban, me desesperé aún mas, sentía calor, era el incendio que se esparcía por todo el tren – ¡Necesito ayuda! ¡¿hola?! – Mi voz se cansaba y la presión y el calor se esparcían por el tubo que ya empezaba a quemar mi vientre, en seguida una voz lejana se escuchó.
     - Ya voy, estoy aquí – Era el caballero que traía una palanca, seguramente había salido a conseguir una cuando se hubo volcado el tren y vio que estaba atrapada – Estoy aquí, vamos habla conmigo, ¡hey habla conmigo, dime lo que sea! ¡hey! – Gritaba a mi oído mientras con su palanca intentaba retirar el fierro que empezaba ya a fundirse desde el extremo opuesto del vagón.
     - Dime tu nombre y la hora – Debió haber creído que estaba loca, pero fue amable.
     - Soy Alphonse Lafleur Touto y son cerca de las doce – Sonrió hacia mí, tomo con fuerza la palanca y la apoyo por debajo del fierro ardiente, poco a poco cedía la estructura, pero no podía solo, uno de los bomberos nos observo y entró a ayudarlo, ambos se apoyaron y lograron retirar con éxito el tubo, el bombero le indico que saliera y me cargo en su espalda hacia la salida del vagón, después de eso no supe mas, había perdido la conciencia.


Desperté en una camilla, las sabanas eran suaves y frías, había un olor fastidioso a cloro, limpiador de pisos y enfermedad, era sin duda que me encontraba en un hospital, revise mi cuerpo y solo había vendajes en el sitio de las quemaduras, no había señales de… su nombre… Alphonse, apenas lo recordaba; era de día una luz tenue de la mañana se filtraba entre las cortinas blancas ¨ ¿qué harás Luisa? ¨. Me distraje un momento viendo a un señor de unos cuarenta años a mi lado, parecía respirar con dificultad y tenía de entre todos esos aparatejos un monitor registrando sus latidos, no despertó, pero uno de los doctores se acerco a él seguido de un señor más viejo aún que su compañero, que ahora descansaba dificultosamente, el doctor le dijo unas palabras al oído, el hombre se sentó y abrió su portátil, sin duda algo estaba investigando, me miraba de vez en cuando de soslayo y yo me evitaba sus miradas directas con una contemplación oblicua, la luz parpadeante de las luces del techo iluminaban pobremente el lugar, el señor se dio cuenta de este molesto parpadeo y se decidió a apagar las luces y abrir de par en par las cortinas.


     - Gracias.
     - De nada.


     Siguió atento a su portátil, en ese momento un doctor diferente entró.


     - Mademoiselle Luisa, mujer de unos…
     - ¡Doctor no diga nada de mi edad, es descortés!
     - Pero si aun no pasa los 30, además su imagen dice de usted como de una colegiala.
     - Usted no debería decir mentiras que fácilmente pudieran desmentirse
     - Tiene razón – Dijo entre risas – Su condición es favorable, el tubo de fierro incandescente no le dejara marcas permanentes, tan solo son quemaduras de primer grado puede retirarse en cuanto lo desee, le daremos unos medicamentos para el dolor y puede irse tranquila.
    - Gracias Doctor.



     Me trajeron mi ropa y me decidí ir a cambiar, mis jeans, una blusa blanca semicarbonada y una chaqueta negra, un cabello semirrecogido y con eso podía sobrevivir al día; pase nuevamente al lado del señor, estaba interesada realmente, al menos cuando uno es Doctor tiende a fijarse demasiado en el bienestar de los demás, su comodidad, la higiene y la salud, me acerque a acomodar su almohada y recostarlo más cómodamente.

     - ¿Qué hace?
     - Acomodo a su amigo de manera que respire mejor, ¿ve, nota que su respiración se normalizo?, despejé sus vías aéreas y aumente un poco la dosis de morfina, creo que estaba pasando por el estrés del dolor.
     - No se imagina por cuanto estrés de ese ha pasado. Gracias – dijo con una tenue sonrisa.
     - ¿Qué le sucedió?
     - Su esposa.
     - ¿Le intentaron asesinar?
     - No, su esposa falleció de un infarto al miocardio.
     - No entiendo, bueno sé que por tener muchas cosas compartidas, lo que son costumbres y hábitos, generan en ambos individuos la misma enfermedad pero ¿cómo podría relacionársele con el estado comatoso de su amigo?
     - Los hombres son más vulnerables a morir de amor – Me vi tentada a reír pero el semblante del señor frente a mí era serio y preocupado.
     - Explíqueme.
     - No me refiero al sentido romántico, pero es poco dichoso saberlo. Hay estudios que relacionan que hay más hombres que mujeres, que pierden la vida después de perder a su ser amado, su cónyuge – ¿Se lo habrá dicho el doctor?, él continuo – Está claro que perder a una persona amada repercute de forma directa en la esperanza de vida de un viudo; como usted decía, se había sospechado que se debía a que las parejas compartían estilos de vida similares y por tanto estaban expuestos a los mismos riesgos de salud, pero a pesar de esto, se estudio el amplia gama de causas de muerte, como cáncer, enfermedades, el alcoholismo, el tabaquismo e incluso suicidios y aun teniendo en cuenta todos estos factores los científicos encontraron que los viudos morían en su mayoría que las viudas, parece ser que parte de esto es un aspecto psicológico.
     - Algo leí al respecto, según la Sociedad de Psicología Clínica, los hombres tienen menos herramientas para manejar el duelo que las mujeres, ellas desde que son niñas se acostumbran a hablar de afectos y a expresarlos con más precisión, de esa manera ellas expresan la viudez con más facilidad que un hombre, las mujeres tienen conductas adaptativas y recurren a redes sociales y otros apoyos, en cambio a los hombres les cuesta más, quedan más ensimismados y viven depresiones más profundas.
     - Y es fácil compararlo, las viudas tienden a buscar la realización personal, vuelven a trabajar o retoman actividades que les gustaban, algunas viajan, en cambio a un hombre tiende a desarmársele la vida porque francamente, nos apoyamos mucho en nuestra pareja, aunque para ambos géneros la experiencia de perder al ser amado es traumática si no logran proyectarlo, prácticamente se consumirán en la depresión, llegando incluso a ¨morir de pena¨, sabe que un problema psicológico se traduce en una debilidad de las defensas tanto físicas como emocionales, eso y el hecho de que los hombres vivimos en promedio menos – Me quede por demás seria.
     - ¿Entonces, lo de su amigo, fue una complicación o él mismo lo provocó?
     - Lo que le paso a él fue todo un viacrucis, paso mayor parte de su tiempo solo, se enclaustró prácticamente, se adentro en el vicio y los pocos que pudimos ayudarle lo alejábamos de esa manera de vivir, tratamos de animarle en verdad pero, en un descuido tomo varias pastillas y alcohol, parecía que se nos moría sin embargo lo lograron salvar, esto paso hace solo unos días, estamos esperando que despierte de su estado, fue casi como una inducción barbitúrica al coma.
     - Lamento mucho lo que paso a su amigo, tal vez necesite una esperanza de un ángulo diferente.

     Me despedí de él, y bese la frente de su amigo.

     - car l'amour est éveillé – Susurré a su oído, y su traducción es algo como, ¨el amor es para los despiertos¨.

     A veces me dejaba llevar por mi sentimentalismo incorregible.








3 comentarios:

  1. Muy buen capítulo, me hizo reflexionar, y me atrapó la historia, solo una duda ¿Cuál es la nacionalidad de Luisa?

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  2. la nacionalidad del personaje aun la estoy decidiendo pero creo que mencione en el primer o segundo capitulo que ella era peruana, llevo tiempo sin seguir la secuencia de la historia y creo q debo releerla pero revisare ;)

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  3. Jeje si eso me confundió pero igual esta muy bien :D

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