Así se construyen los pilares de la experiencia
Todos se alzan dentro de tu prisa
Y el sexo es azul, esconden la risa
Siguiendo en hilera la máscara de mi vivencia.
Esto que sentimos cada día llamamos vida,
Nosotros lo llamamos amor
¿Pero de lo cotidiano qué anima?
Dentro de lo urbano ruge el rumor.
Seguimos sin saber que tiene sentido,
Y cada memoria empieza a hacer estrago,
¿Naceremos sin volver a morir?
Y aquí seguimos hablando de ir.
Quien traduce las risas en éxtasis,
Que dolor suple placer más hermoso,
Tu rostro, el mío, preguntándonos con alivio,
¿Por qué tú, por qué ahora, por qué aquí?
Seis meses ya y no siento la arena,
Años que el mar y yo no somos dos;
Alguien a lo lejos llama, lo escucha el señor,
Es la autolisis humana, la muerte programada.
¿Podemos volver a nacer sin morir?
No necesitas escuchar otro sonido
Que no sea el de tu propia voz,
Después todo empieza a caer y curtir.
El viento siempre me ha mortificado,
El único que vive reutilizado,
Pero quien convierte el agua en aire,
Quien convierte el sol en agua.
Agradezco el viento siempre me traiga tus palabras,
Pero chocan siempre en el muro de las aserciones,
Alguien dijo que nos vio hablar de emociones,
Sobre pasado, naturaleza y las miradas.
Y este camino que empieza a nacer,
Ya no deseo nunca volver,
Basta de caminar en piedras de rio,
Todos cubiertos curiosos del frio.
El gris me habla de ti en el pasado,
El sepia me recuerda que fuiste bien,
Pero ahora que todo queda claro,
¿Dónde estabas cuando te conocí recién?
Yo no sé de religiones ni de orar,
Pero en cada templo he de entrar a rezar,
Por tu bien si alguien me escucha,
Y si por mí no he olvidado mi senda.
Algo de lo cotidiano es no saber comer,
Vertimos en las gargantas alimento,
Pero nadie se sostiene a probar el saber
De una sensación fina del humano.
Estamos programados para morir,
Aun con acción o maquina que intervenga,
Nacer para crecer, de crecer el reproducir,
Y de reproducirnos y morir mal nos venga.
Nadie se detiene a saber rezar,
Nadie comprueba si es real el sabor al comer,
Por eso estamos aquí para buscar, experimentar,
Lo que dentro de lo normal nos haga bien.
¿Sabremos lo que es oler?
Un aroma en invierno,
La tarde de verano,
Todo en ella me hace creer,
Que no he orado en vano,
Que alguien sonríe de maneras distintas,
Y vaya que, fuera de regalos y caprichos
Sigue asombrándome con la llegada de nuevas vidas.
Algo de lo cotidiano es lo bello de andar,
De observar un cielo y de pintar
Con lo mejor que puedo un mirar
O el silencio enamorado de la distancia.
Musita en las nubes la voz de la amada,
La voz del agua invitándome a transformar,
Seguirás siendo agua pero no de forma igual,
Y el viento que me lleva a verla, me la lleva clara.
Pero del señor viento que ha de llevarte mis cariños,
Jamás regresa contigo se quedan mis anhelos,
Entonces las hojas me recuerdan que en ella mezcle mis besos,
Como amar un árbol tan impenetrable y lleno de cortejos,
Con sus rasposas ramas en que me dejo abrazar por ellos.
Pero recuerdo la autolisis humana,
Esa muerte anunciada y programada
Me incita a vivirte más dentro de mí,
A llevarme por la vida sin riesgos.
Fuera de lo cotidiano que pudiera tener,
Como manejar, como comer o beber,
Tengo de aire la inspiración y un traspié,
Donde cada vez que te vea, caiga o te lea.
Debajo de estas olas,
Cayendo en este camino,
Salgo a sentir la lluvia,
Con sus sonidos íntimos.
Debajo del sol,
Se bien quien soy,
El amar me hace dormir,
Y otras veces siento que morí.
Necesito por fuerza mayor sentir,
Solo para saber que es cierto,
Pero de la superficie de un encuentro,
Será el día en que empiece a sufrir.
Mas ya no peno por las cosas sin control,
No necesito gastarme la vida en ellos,
Es una historia de aromas a grosellas,
Donde tus ojos duermen en mis sueños.
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