Este cuerpo, mi cuerpo sometido
a la niebla, más niebla de mi muerte;
soledad sin presencia ni destino,
perdidos los espíritus de la suerte.
Quien viera aquella oscuridad que me aterra
verá que vivo asustada de mi psique,
lo que dentro del alma no viere es porque
en mi ese recuerdo se aferra.
Si por más bajo su orgullo no cegara sus ojos,
vería que el amor no nace de la vista
pero, es así como me engaña y me disgusta
a tal grado de no querer hablar con él.
Aquella rosa púrpura del panteón, marchita
con el amanecer y rejuvenece al atardecer,
posada en la lápida de una joven antigua,
quien, ya muerta esta bajo aquella loza.
La nostalgia de aquel recuerdo hermoso,
que tenía de él, él mismo lo desvanece
a causa de su cambio, el cual no presencié
sin embargo, aún creo que aguarda algo fervoroso
que se ha ido de él.
Pienso que si el destino no nos apartase
en este momento ya sabrías que siento
y al mismo tiempo sabrías que contigo
no estaré; ¡Oh si vieras cómo esta este corazón!...
Si tan solo sintieras este corazón, el corazón
de una muchacha, sabrás que pronto no latirá
más, pues este yace con aquella joven
que muerta ya esta.
Aquel extraño sentido que nos da la luna y su
saeta plateada, signo que muy poco se nota
pues este casi imperceptible, no da señal de
vida; es así el amor no es notable pero aquel
que pone atención lo nota.
No sé si tenga caso darle esa señal, porque
es muy probable que no le llegue;
es así como él me hiere y me deja
desconcertada.
No sé si juntos estaremos pero sé
qué tu y yo no nos separaremos,
aunque la distancia influya y el
destino tambien, eso ya no importa...
Sin embargo aunque el amor perdurase,
sabes que muerta para tí ya estoy y
la unica huella que quedó de mí
es esa rosa púrpura que en mi loza quedó...
(Escrito en el año 2007)
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