Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

martes, 31 de julio de 2012

Atención astronautas y la poesía corrompida



No sé por dónde se me escapa la vida,
no sé por qué orificio toma camino
ni reconozco la sustancia que la mantiene viva.

No sé que caminos recorre encendida,
no sé en que abismos se esconde
ni en que densa niebla se arruina.

La vida se me escapa lenta sin alegría,
la vida me hincha, me estrecha y me aplasta
como si fuera objeto de una marioneta descocida.

No sé por qué poro la vida respira,
y desconozco por completo la noche
en que parece que me tiene rendida.

La vida, esa fotografía de la materia misma,
que dentro de un cuerpo sensible se esconde,
como si pudieran arrancarla, como si pudieran herirla.

Si la vida ha sido tan constante desde entonces
¿por qué parece que se me escapa día con día,
porque parece que duermo, me desvanezco y es de noche?



Quise dejarlos con este poema el día de hoy e invitarlos a todos ustedes lectores y seguidores del blog asiduos y temporales que entren a este link La Luna y su Ombligo.

Tiempos modernos exigen medidas extravagantes, y esta medida no es otra que una contribución importante entre una fila de viajeros que despertaron en el clímax de un viaje galáctico, conformados entre tanto por literatos surrealistas, poetas oscuros, musas hermosas y heraldos de letras en negritas, estos blogueros escapados de un coqueto hospital psiquiátrico que es México escriben cada quincena sobre temas muy interesantes y cada uno imprime una manera muy particular en la pluma extensa que son sus dedos.

Esta idea creció a partir de Alejandro quien después de compartir la idea a su confidente de Tumblr, conocida en este espacio navegante de los blogs como M., poco a poco se permitiría paso a lo real. 

Este proyecto poco a poco se levanta y sus integrantes, unos amorosos empedernidos de las letras le dan formas y texturas que deleitan los párpados de los lectores; no somos sin embargo exigentes ya que aceptamos material gráfico, fotografía, arte visual y diferentes medios de multimedia que sean originales y puedan compartirse. 

Afortunadamente me consideraron para participar en este proyecto y puedo decirme afortunada de escribir al lado de escritores contemporáneos y jóvenes que admiro por su forma de escribir. 

Dentro de nuestro ejercito lunar proveniente de diferentes planetas estamos:

Mikel F. Deltoya de Versos de Fénix.
M. de La Locura Más Bailable.
Jessica Pozos, editora del diario La Crónica.
Alejandroni Missoni de Chido Su Mundo. 
y Yo de aquí. 

Este grupo para nada excluyente cada quincena admite un colaborador aleatorio deseoso de participar con los temas ya sea con cuento, crítica, minicuento, poesía, relatos, entrevistas, opinión etc etc, todo es cuestión de quien pueda y desee hacerlo se ponga en contacto con cualquiera de nosotros, esta es su invitación, pásenle que son bienvenidos, sigan o comenten lo que ustedes deseen en:


Así mismo si son artistas o fotógrafos o conocen alguno que quieran invitarlo, sin pena que aquí lo publicaremos (:, espero nos sigan, nos apoyen, y difundan este sitio de la vía láctea blogueril.

Saludos y gracias.





lunes, 30 de julio de 2012

Por tu ausencia, por mi ausencia.




De sus besos solo queda el polvo de un desierto,
de sus ojos las auroras más tristes de mi vida, 
de sus manos queda un solitario cuerpo
que se arrastra difícilmente entre las ruinas.

Ya no hay sentido que le recuerde o le olvide,
su memoria es el cadáver putrefacto de mi historia,
el único verso que sobre la piel no se escribe,
el único retazo que desintegra las memorias.

La infección más cruel que ataca mis arterias,
la enfermedad vital que desanima hasta las venas,
de sus besos, alquitrán que quema las entrañas,
que le niegan identidad a cada una de mis huellas.

Su ausencia es un virus que está sin ser presencia,
un cariño maldito que cada día me atormenta,
¿quien llorará su querer, quien curará esta experiencia,
quien me curará de su amor que no está pero me lleva?

¿Cómo desarraigo su esencia de mi inútil cuerpo,
cómo arrojo los desechos de mis dichas
como borro la cruz de su olvido que me obliga,
que me exilia a vivir en lágrimas perdidas? 

viernes, 20 de julio de 2012

Frases para Julio



Por cada cosa que una persona sabe bien de mi,
cinco especulan lo contrario.



Los abrazos se crearon porque mientras nos inflamos de vacío,
la fuerza de un abrazo nos exprime de ese tanto.



Hace falta convencerse de que la hostilidad es una trinchera
que nos protege pero, que no nos permite avanzar. 



Y de tragedias helénicas y romeos desgastados,
yo mejor me dispongo a seguir soñando...



Una eventualidad no marca una trayectoria.



No quiere decir que todo el tiempo te busqué
pero sí, que cuando lo hice tu silla estaba vacía.



Tu ausencia sigue levantando la mano
como si estuviera presente.

Señales de vida



Busco señales de vida en el prisma de tu cuerpo,
busco señales de un gemido que escondes adentro,
busco y me pierdo en ese tu espacio abierto.

Señales de vida que me digan que algo siento;
busco en el espacio de tus lunas un par de hemisferios,
para desenfundar el cohete que penetre tu cielo.

Desnudarte completa y desnudarte por dentro,
convertir tus placeres y descubrir espacios muertos,
 busco rechazar tu tristeza y besarte muy lento.

Requiero tus piernas como naves del tiempo,
atravesar, adentrarme al vórtice como viajero,
y tocar algo que en mi cuerpo no tengo.

Quiero lo que el cinturón de orión esté escondiendo,
darte noches como constelaciones en el firmamento,
quiero darte todo pero dame señales de vida, que muero.

jueves, 19 de julio de 2012

Copas Negras [parte 2]



Este seguramente no era un cigarro que disfrutara, se parecía más a un calmante, un omeprazol de una ácida soledad, o un diazepam de un convulsión provocada por tu ausencia,  un remedio contra el insomnio; mañana te vería mi piadosa Luz, razón que me impedía dormir, te citaría en el único café que aún conservaba parte de nuestras memorias, un café de una añoranza que podría estar perdida. Habían pasado algunos años de nuestro último baile en que nos había sorprendido el amanecer, comenzábamos a perdernos miedo pero adquiríamos otros que no tenían razón de ser, ¿o será que no quería encontrarle razones?; yo había salido a un viaje, largo tiempo que se volvió una trampa de arena dentro de un mismo reloj porque no sabía nada de ti ni tú tenías noción de mí. Preparé una maleta ligera, el boleto, el pasaporte y la nota que esperaba darte. Durante mi viaje en el avión empezaba a darme de golpes en el asiento pensando que haría, me ponía nervioso a tal grado de pedirle amablemente a una de las azafatas que me regalara un pañuelo, no me sentía siquiera apto para hablar porque mi lengua tenía siempre la facilidad de hablar demasiado rápido o trabarse, así que me mantuve callado durante todo el vuelo hasta llegar a Buenos Aires.

Tomé un taxi rumbo a la última dirección que te conocía, durante el camino el taxista intentaba hacer plática, era de noche y lo poco que escuchaba prestando atención a la radio eran la noticia de un asesinato por la calle Irigoyen, una plática o discusión de una pareja de locutores, y una vieja canción de Carlos Gardel “El día que me quieras”, en ese momento pensé en ti y sentía un profundo deseo de salir corriendo y tocar a tu puerta agotado y tartamudeando estupideces de quedarme siempre a tu lado; no podía, no así de fácil. Cuando el taxista finalmente llegó vi tu luz encendida, pensé que estarías por dormirte, o en caso más común por comenzar a estudiar o revisar archivos de tus pacientes. Saqué la nota de la bolsa trasera de la maleta y la deslicé por debajo de tu puerta, enseguida toqué y acto seguido subí al taxi pidiéndole que me llevara al café donde te cité. La nota decía que nos viéramos a media noche en el único café abierto de la ciudad a esa hora, el café de tantas añoranzas.


Habías tomado la nota, sacaste un abrigo y habías conducido hasta tal sitio. Mientras tú te trasladabas yo estaba en la última mesa, en la esquina de espaldas con vista clara hacia la calle para verte llegar, pero de espaldas solamente para que evitar el extraño momento en que te viera caminar hacia mí y yo sin saber si ansiosamente ir a abrazarte o permanecer calmado y esperar en mi silla. En ese momento habías entrado al establecimiento; una camarera atendía el mostrador sin mucho interés, avanzaste por el establecimiento y me viste de espaldas, serio, no sabías si acercarte o esperar a que me volteara, igual  te acercaste después de unos minutos parándote justo detrás de mí para ver si yo podía sentir tu presencia, y la sentía.

Por otro minuto nos vimos de frente, no sabía qué hacer, te quería abrazar, te quería besar pero solo pude alzar media sonrisa y decirte.
  • Hola- Mientras me levantaba esperabas abrazarme fuerte así que te acercaste y me abrazaste tan fuerte como pudiste, no sabías por cuánto tiempo me quedaría hasta volver a vernos de nuevo.
Pero querida Luz apenas correspondí el abrazo apreté sin muchos ánimos y temeroso. Jalé tu silla, te invité a sentarte, y te pedí un expresso como sólo yo sabía que te gustaban – Mitad expreso, mitad leche. Te sentaste algo nerviosa, distinguía en tu mirada que no sabías cuanto de mí había cambiado y cuanto de mí permanecía siendo el mismo, como una cruda de identidad o un misterio propuesto sin pistas para empezar a buscar. Te quitaste el abrigo y recordaste que abajo llevabas un vestido de gala por la celebración de algún tonto diploma –como siempre les decías- te sentiste apenada de estar tan arreglada y verme a mí tan simple, conociéndote la única cosa que te molestaba en ese momento era que yo pensara que habías exagerado en arreglarte porque yo venía. Mientras esperábamos el café comenzaste la conversación.
  • ¿Cómo te fue en tu viaje?- Contesté sin mucha descripción.
  • Seco… te extraño… sabes que viajar es mi pasión.- Siempre te hablaba de mis viajes, de girasoles parisinos, las playas de Lisboa, las favelas brasileñas, pero en esta ocasión no había hablado mucho, noté que te entristeciste.

Esperabas más, esperabas que te pintara ese extraño mundo que no conocías por falta de tiempo, esperabas que te platicara sobre algo, un lugar… ¿un alguien?, pero no fue así.
  • ¿Pensaste en mí?- Me preguntaste con una voz extraña casi como un susurro, o era la debilidad de tu voz que se venía entre tus labios.
Yo querida, no sabía cómo decirte que lo hacía todo el tiempo, que nos imaginaba caminando del brazo junto al rio Sena, que nos imaginaba paseando, que el café se volvía amargo sin tenerte para compartirlo y autoreprochándome mordazmente de sentirme todo un cobarde por abandonarte. Leías la frustración de mis ojos, pero eso no evitó que mi silencio te decepcionara. Te percatabas de esa ausencia en mí que se desvelaba entre mis ojeras con la mirada corta y extraña. Sentías que un nudo se te hacía en el estómago y el corazón se te enredaba –desgraciadamente el corazón era el cerebro que más mandaba sobre ti- ¿en algún punto podrías haberme perdido?, tal vez pensabas que este regreso era sólo para decir un adiós y por ello te notaba nerviosa a tal grado que la señorita tuvo que traer servilletas, porque temblando con el café en la mano lo habías derramado sobre la mesa.


Me tomaste de la mano, como si esta fuera una palanca automatizada que lograra sacar una respuesta dentro de una cápsula de confeti, pero no funcionaba querida. Yo no dije nada, me veías frío, reticente, te desesperaba; así que te pusiste el abrigo y empujaste bruscamente la silla, y aunque dispuesta a irte te sostuve del brazo. Te detuviste pero sentía en ti que cada paso que no dabas, el hecho de que te impidiera avanzar te destrozaba en la garganta un llanto ahogado, te comprendo, no sabías que esperar de mí. Me levanté, quitaste mi mano de tu brazo y te dispusiste a irte, pero te detuve, no podías mirarme a los ojos; sostuve tu cintura y desprevenidamente te besé sin el mayor detenimiento, te resististe y me empujaste violentamente, sin embargo insistí y tus labios cedieron, tus músculos se aligeraron y sentí tus lágrimas correr en mis mejillas, al final correspondiste.

No podías evitar llorar, lo entiendo, te confundía, lo sé. Pero yo separaba mis labios de los tuyos de a momentos, para ese momento no sabías si querías o no lo querías más yo desesperadamente te dije que te amaba y que te extrañaba mucho. Acto seguido pusiste un dedo en mis labios.
  • No resisto que hables- Dijiste- Así me haces más difícil decirte adiós, algo egoísta, pero no puedo evitar que siempre te vayas.
Eran casi las dos de la mañana, todo se encontraba solo, excepto las amables meseras del turno nocturno, te detuviste un poco y me invitaste a sentarme.
  • Mejor no hablemos, mejor mirémonos, así puedo entenderte mejor y tu puedes hablarme mejor.- Inmediatamente una sonrisa sincera escapó de mí.
  • Te confieso que extraño tus guisados- Ríes con fuerza
  • Me alegra tu ternura en momentos como éste- Me dices.


Habían pasado algunos años y todo este tiempo avanzaba lento para ti cuando no estaba, hacías lo que podías para distraerte, pero no dejabas de pensar que volvería algún día aunque te desilusionara el hecho de pensar que podría quedarme lejos de ti. Sostuviste mi mano, después la otra, querías besarlas, tomaste mi barbilla y la acercaste a ti, la besaste quedamente, tomaste un sorbo del café que ya se había quedado frío. Busqué tu barbilla y la tomé entre el pulgar y el índice, besé tus labios y rápidamente correspondiste, los besos se hacían más apasionados y te detuviste un poco al percatarte de que las meseras estaban espiando, me pediste que saliéramos a caminar un rato a despejarnos; pagué la cuenta y salimos, las calles estaban poco alumbradas, agarraste  mi brazo, te sentías segura así que cerraste los ojos y pegaste tu cara a mi brazo, me enternecí y besé tu frente.

Hacía un poco de frío, era normal pero en esta temporada todo lo que me importaba era tu calor, tu aroma, todo eso lo extrañaba, añoraba desde tu sonrisa, a tus ojos brillando de amor, tu mano cálida siempre regalándome caricias y recordaba entonces aquellos años en que sentados en el lindero veíamos a las personas pasar.

Me besaste brevemente – No te quiero volver a perder- dijiste cabizbaja y te regresé el beso, no era necesaria la respuesta verbal, me abrazaste más fuerte con contradictoria desesperación y alivio, tomaste mi cabello, lo sentías más corto del último encuentro, te lo callas, no dijiste nada y continuas el abrazo.

  • Te amo, quiero estar contigo haciéndote feliz-  Tocas de nuevo mi cabello, y después mi rostro como queriendo que tus manos tengan memoria de mí. No sabes disimular tu tristeza. Sigo distante pero ambos sabíamos que este encuentro nos traía nuevas esperanzas. Me recordabas cuanto había tardado en decidir besarte durante nuestra última reunión.
Acercas tu rostro al mío, doblas un poco la cabeza y a breves centímetros de mis labios sonríes. Te acercas otro tanto más y terminas por alejarte, comienzas a susurrar palabras cerca de mi labios pero no las entiendo me encuentro anestesiado por el tono de tu voz que siempre me ha parecido seductor, me estremece y lo sabes. Finalmente besas la esquina de mi boca dándome a desear tus labios; me quedo pensando en tus labios, en tu voz, me siento tentado a besarte pero burlonamente te niegas, me haces desearte con más fuerzas y te gusta; caminaste más rápido, me dabas la espalda pero alcanzo abrazarte por la cintura, inclinas tu cabeza hacia atrás y vuelves a sonreír.

Nos acercamos a un callejón oscuro, caminamos por el estrecho camino sin poder ver más que la luz de la calle al otro lado, te detengo, tomo tu cintura, te acorralo contra la pared, te entra un temor extraño pero agradable me miras detenidamente y pasas tus manos por arriba de mis hombros; la noche es húmeda, recién llovió y no nos habíamos percatado. Afuera el rumor de la ciudad es un ruido indescifrable de autos y personas, pero solo me importas tú, total a través del callejón nadie podía vernos… te beso y correspondes, pasas caricias  por mi cuello y mi espalda, me estrechas contra ti sin separar tus labios de los míos, los besos se vuelven más apasionados, más pegados sientes mi cuerpo relajado, acalorado, nos miramos y seguimos besando. Nuestras manos comienzan a explorar, te pones nerviosa, te preguntas de donde provendrá esta tensión que surge entre nosotros que atrae nuestros cuerpos cada vez que nos encontramos solos, deslizo mi mano entre los botones de tu abrigo, adentro la suavidad de tus senos a través del escote se pronuncia afable y moldeable al toque de mis dedos, pronto deslizas una mano hacia debajo de mi pantalón, sientes el calor que fuertemente se ha concentrado, te detienes.
  • ¿Por qué nunca te quedas?- Me preguntas, pero generas más tensión y me pongo nervioso. No sé cómo responder, desearía que el momento durara para siempre, sé que partiré, no sé cómo echar raíces pero sé que te necesito y recuerdo los estragos de la última vez que me fui.


Decides cruzar los brazos y mirar hacia abajo, piensas que probablemente este encuentro como el anterior deje más heridas que consuelo. Pongo mis manos en los bolsillos, agacho la cabeza, clavo mis ojos al suelo me balanceo; me siento tentado a sacar un cigarro, adopté el vicio poco después de nuestra separación, recuerdo pronto tu aberración por el tabaco y lo dejo en mi bolsillo, me das la espalda, no me atrevo a buscar tu cara, no haces ruido pero noto que estás llorando. Eres demasiado orgullosa para llorar abiertamente y estás acostumbrada desde que te conozco a hacerlo en silencio.

Aún así sentimos que queremos estar juntos como si todo dijera que hay que aprovechar los pocos momentos que hay entre nosotros dos. Ignoro el charco que pisan mis zapatos, no puedes distinguir si lloro o solo estoy callado, tus ojos se adaptan a la falta de luz, pero no reconoces. Inmediatamente te acercas hacia mí, te secas las lágrimas y aunque poco puedes decirme me das la mano y me levantas.

  • Quiero que pasemos este tiempo juntos aún si no sabemos que pasara después.

Caminamos hacia la calle, rara vez veíamos pasar automóviles y ya no había gente caminando por ella; camino junto a ti con las manos en los bolsillos un poco encorvado, cabizbajo, sé que piensas que tal vez tus exigencias iban más allá de lo que podía realmente ofrecer, intento sacarte las manos de los bolsillos, introduzco mi mano por tu saco, para tomar la tuya adentro. Me ves decaído, no te mereces esto pero mi salud mental me exige estar contigo.


Eran ya las tres de la madrugada, nos dirigimos hacia tu casa, las madrugadas siempre son más calladas pero más oscuras; pasamos varias calles, algunas sin luz pero tomados de la mano con el terror que yo sé te imprime no saber lo que hay en esa oscuridad profunda… finalmente llegamos. Estando en tu puerta, abres el cerrojo, te digo adiós a distancia pero tu cariñosamente te acercas y me abrazas fuerte, correspondo, caminas hacia la puerta esperas que te detenga… no lo hago; entras a la casa con la cabeza baja tratando de cerrar la puerta sin mirar atrás, inmediatamente como impulso detengo la puerta, volteas y te sorprendo con un beso profundo, ya no opones resistencia, mientras cierro la puerta con mi pie. Me tomas por el saco, te arrastro hacia mí con ganas de besarte más, muerdes mi labio y jalas mi cabello. Te quitas el abrigo y dejas relucir ese vestido que no tuve oportunidad de elogiar; sin parar de besarnos subimos las escaleras, me quito la camisa descuidadamente rompiendo algunos botones y la dejo caer por el pasamanos, subimos la escaleras y caen más de nuestra indumentaria aburrida y estorbosa; tu bolso, tus tacones, mi reloj, mis zapatos, mi cinturón, el negligée y tus medias negras, así hasta llegar a tu alcoba. Dejas caer por ultimo tu vestido que se posa sobre una lámpara de mesa, caes de espaldas sobre la cama, me recuesto sobre ti y te siento toda tibia, el hundimiento de tu cadera sobre el colchón resiente la presencia de esta bestia que ha decidido levantarse y atacarte. Muerdo tu cuello, tratas de esconder un gemido, pero aun así lo noto. Me besas profundamente mientras retiro tu brassier, ese mecanismo abominable que siempre ha impedido la libertad de algo tan maravilloso como lo eran tus pechos. Me quito el pantalón, te beso apasionadamente, me retiro un poco mientras sientes el peso de mis brazos alrededor tuyo, te beso el cuello y bajo lentamente, sientes mi aliento estremeciendo cada pedazo de piel, beso tu pecho quisiera pasar más allá de tus rincones más privados, beso tu ombligo.

  • Ah… jajaja- Te da cosquillas. Muerdo el borde de tu ropa interior y despacio la deslizo hasta tus pies.

Empiezas a percibir una sensación intensa, retiras de mí la última prenda y empiezas a pasar tus manos por mi espalda mientras besas detrás de mi oído, te escucho susurrar un “te amo” “estaré aquí siempre”, susurro en el tuyo que nunca dejare de hacerlo. Comienzas a besar desde mi barbilla hasta mi pecho, al centro de mi corazón.
  • Quiero que esto siga, quiero que siga así- dices agitadamente, me volteas y ahora yo me encuentro arriba. No logras contener la sensación al colocarte bajo de mí, juntos en nuestros cuerpos se percibe una mezcla de humedades, viscosas y frías, como si la humedad fuera una sola, tocas con tus manos mi pecho, me escuchas respirar profundo y fuertemente a tu oído, me miras alegre y excitado.
Mis manos exploran tu cuerpo como si fuera un explorador de un par de islas que necesitaran moldearse y descubrirse con mis manos, comienzo por tu cintura, deslizo mis manos ásperas costilla a costilla de tu tronco perfecto, llego al borde de tus senos intentando rodear a la perfección aquella parte que corresponde a tu piel y la otra parte que toma elevación divina. Llego a una punta truncada por un par de pezones respingados y la orilla de unas areolas que siempre me parecieron una formación artística impresionante. Decido volver a bajar, te miro y veo que has cerrado los ojos mientras tus brazos descansan en la almohada, bajo más y me encuentro con tu ombligo, ese maravilloso misterio que guardará quizás algún día una relación más estrecha que esta; me sigo bajando sin detenerme como un aventurero lanzado al peligro inminente de un abismo que encanta con el deseo y me llama a penetrarlo hasta conocerlo entero, mientras hundo mi mano en la humedad custodiada por tus labios inferiores, te estremeces y mientras acaricio te siento inquieta, emocionada.
  • ¡Agh! ay sííííí…. espera agh- Quitas mi mano. La sensación te dominaba, decides entonces tocarme y bajar tus manos, me colocas debajo de ti nuevamente, te veo deslizarte rumbo a mi pene y con los labios empiezas a hacerme un fellatio. Comienzo a disfrutar de la suavidad de tus labios, de lo helado de tu saliva y ese pequeño roce a veces perceptible de tus dientes. Pongo mis manos sobre tu nuca, lo comienzo a disfrutar, agitado algunos gruñidos casi callados escapan de mí  pero los puedes oír, continuas un poco más rápido.
  • ¡asi, asi! ¡no pares!- Continúas mientras contemplo la desnudez de tu espalda, cierro los ojos y echo mi cabeza hacia atrás mientras acaricio tu cabeza. Finalmente me sientes venir y te retiras. Besas mi pecho, escuchas mi palpitar, estoy enormemente agitado. Comienzas por llenarme más de besos.
Acostados volteo hacia ti, te beso apasionadamente, nos cubrimos con las sabanas, hacía un calor impresionante en la habitación; me pongo atrevido y te coloco debajo de mí, comienzo a besar tus senos turgentes y dulces, gentilmente los muerdo.


  • ¡Ah, ah, ah ah!- te escucho quejarte. Bajo hasta tu ombligo, me intuyes la acción y cierras las piernas, lo ignoro y sigo bajando, dulcemente y despacio las vuelvo a abrir, beso tu muslo mientras me miras averiguando mi siguiente acción –Siento cosquillas- te oigo reír y río brevemente contigo. La excitación le da un tono diferente a tu risa siempre lo había notado, ya que nunca te había escuchado reír así. Me acerco a tu vagina y la beso húmedamente, introduzco mi lengua un poco buscando provocarte.- ¡Uhg… sigue… más… más!- Te siento rasguñar mis hombros, recorro con mi músculo lingual por tus labios intímos, no disimulas en nada la emoción- ¡Augh agh ah sigue!- tus gemidos se vuelven más agudos, empiezas a querer apartarme pero sin realmente desearlo, jalas mi cabello no me dejo y sigo. - ¡AAAAH!- gritas y prosigo hasta sentir tus piernas relajadas, te vienes  y lo percibo por el sabor.
Un poco más relajada, acaricias mi cabello y noto que empiezas a temblar una sensación que siempre ha ocurrido desde que te conozco bien, me coloco sobre ti para detener tus temblores y nos besamos en silencio. Las sabanas están empapadas de nuestro sudor, me miras fijamente a los ojos.
  • Sabes siempre recuerdo noches como ésta y siento que podríamos vivir eternamente, siento tu amor, tu pasión, tu cariño inmenso que no cabe dentro de nosotros dos… te amo...- Me enternece sólo escucharte.
  • La eternidad es miseria sin poderte estrechar en mis brazos.- Descansamos un poco, tu recostada sobre mi pecho con esa sonrisa tan linda y yo con los ojos en el techo pensando aunque un poco preocupado de ti y de mí, lo que será de nosotros.


martes, 17 de julio de 2012

Entrevista a Lilia Montoya Hinojos




Estamos a 4 de Julio del año 2012 y esta es la entrevista a Norma Lilia Montoya Hinojos, quien actualmente es Licenciada en Literatura Hispanomexicana por la UACJ, lugar donde actualmente imparte clases de Lectura y Redacción, y además es la voz más sexy de ¡Fuera Canas!, considerada así por su manera de leer, la gesticulación y la potencia de la voz en sus escritos, y la primer pregunta que quisiera dirigir es:

C: ¿Cómo germina en usted la semilla de la literatura?, ¿En qué punto usted empezó a sentirse atraída por ella?

L: 1. En mi familia el arte literario y musical siempre se ha fomentado. Mi abuelito, desde que yo era bebe me recitaba poemas, y cantaba canciones de José Alfredo, y los cantantes de la época de él. Era tanto lo que me leía e impulsaba que la verdad me nació el escribir, siendo así que todos mis primeros poemas o intentos de, se los dedique a mi abuelito, ya que, gracias a él yo escribía.
2. Pues me sentí atraía desde niña, mal empecé a escribir y leer, lo primero que hice fue un mini poema, tenía como 7 años cuando lo escribí.

C: En todo caso, esta experiencia en su niñez, ¿Considera que también tuvo que ver como influencia en sus temas y su estilo literario, o cómo fue que adquirió ese gusto por la tendencia erótica en sus narraciones? Si no es así, ¿Cómo y cuándo surgió este gusto?

L: Pues, en mi familia el sexo a ser como un tabú, pero mi mamá nos instruyó lo básico del sexo. Pero desde adolescente me llamó la atención ver como se movían los hombres con el tema y como las mujeres lo trataban, y dije wow si que somos diferentes pero tan iguales, entonces decidí estudiar más sobre el sexo y sus filias, diferencias, problemas psicológicos y demás quedando bien argumentada para defender mi postura como ser humano sexual. Y eso de escribir de manera "orgásmica", se me ocurrió solo por fastidiar a mi mamá (es verdad), además de causar impacto en los reservados y apretados.
Dije bueno, si puedo leer casi cualquier cosa, ¿por qué no leer orgasmos?, sería interesante escuchar gemidos, gritos y fantasías sexuales que generalmente se ven en videos porno, en sí esa fue la chispa jajaja.

C: Jajajajaa vaya que interesante, y dígame ¿esto no le ha traído problemas a la hora de expresarse? si es así ¿cuáles han sido? Por cierto, apoyo mucho su punto de vista. 

L: ¿Cómo problemas a la hora de expresarme? no comprendí muy bien la pregunta.

C: Me refiero, a que si ha habido problemas como que ciertas personas vean con desagrado sus escritos, por los mismo que existe cierto tabú en relación al tema, o ha habido también problemas de otro tipo y  como ha hecho para lidiar con ese tipo de detalles.

L: Pues sí, no a todos les parece escuchar a una chica gritar orgasmos como si se venderían donas. Sólo una chica me dijo que no le gustaba mi forma de escribir porque era muy descarada, y le respondí que para todo hay gustos y que no soy moneda de oro para caerles bien a todos. Y de allí en más, no he tenido problemas, al contrario me aplauden la audacia y el valor de leer orgasmos.

C: Pues es la verdad para todo hay gustos y la verdad es un tema fresco para ahondar, además de que he notado que hay mucho cuidado y calidad en sus escritos que no creo que rayen mucho en la vulgaridad. Quisiera saber, además de esta temática, ¿ha incursionado en otras?

L: Sí, decidí incursionar en cuentos para niños y en una novela, la novela lleva el tema sexual pero desde la perspectiva de una mujer de 40 años frustrada por no lograr el máximo orgasmo de su vida, uno que una amiga le dijo que podía lograrse. En el de los niños, pues ahí la llevo pero siempre se me escapa algún detalle que solo los adultos comprenden, y es sin querer. Lo que noté con eso (más que el hijo de Edgar Ricon) me dijo que era entretenido el cuento y que le gustó el juego de voces y el tema, porque no era típico cuento de ñoños, sino que va más allá y dije "ok... puede que funcione ese pequeño desliz"

C: Me alegro por eso, y hablando de, ¿hay algún sitio donde publique estos escritos, donde podamos tener acceso los lectores o lo reserva al papel?

L: Pues acabo de hacer un blog, pero allí estoy publicando otro tema con el que juego mucho, se llama "Las aventuras de Polar y Grizzly" es como una bitácora de cuentos que ambos personajes narran y pienso hacer otro blog donde estén los cuentos orgásmicos y en sí el resto de los cuentos.

C: Eso sería genial, ojalá me deje visitar su sitio, ahora hablando un poco de su participación en literatura, sabemos que es parte del consejo de redacción de la revista Grotexto, además de ser personaje concurrente y distinguido de ¡Fuera Canas! pero quisiera saber si hay otros sitios o eventos en los que participa o acude.

L: Asisto a donde se me invite a leer o de espectadora acabo de participar en el “mano a mano” y trato de llevar a los escritores a mis clases para que vean los chicos que la literatura no es aburrida, que se pueden divertir y hasta reír de lo que se escribe.

C: Para saber un poco, ¿cuáles son los escritores que influyen más en usted o cuáles son los escritores que admira y lee?

L: mmm Buena pregunta, pues mira me gusta mucho así al punto de decir "si viviera sería mi marido" es Jaime Sabines, otro es Julio Cortázar, Gustavo A. Becquer, Dante, y se me fueron los nombres otros jaja… García Márquez, Gorostiza,… Quiroga, Benedetti… y pues pon esos porque se me fueron los nombres de los demás, pero en sí, leo mucho a esos.

C: En base a eso, ¿existe algún libro que haya impactado mucho en usted?

L: Sí, me dejó así helada y dije -demonios mi abuela me puede vender- fue "La increíble y triste historia de la cándida Herendira y su abuela la desalmada", me dejó helada pero feliz por la muerte del viejita jaja.

C: Jajajajajaja ¿Recomendadísimo?

L: Sí, definitivo.

C: Espero leerlo, no lo he leído. Ahora, en vez de favoritos externos, dígame ¿Cuál es de sus escritos el favorito?

L: Híjole, es algo difícil de decir.... pues creo que mi favorito es “Conversación en la cama” y que fue el primer cuento orgásmico que escribí y fue con el que me di a conocer.

C: Además de escribir, ¿posee alguna otra actividad que le guste realizar? ¿Un pasatiempo?

L: Pintar, hacer manualidades, jugar con mis perros, ir al cine, amo el cine y sobretodo, pasar tiempo con mis amigas.

C: ¿Posee alguna frase personal?

L: emmmmm creo que sí jajaja pero no lo digo muy seguido.

C: jajajaj ¿Cuál es?

L: "La vida es como un buen cuento: tiene un inicio, un buen nudo y gran inesperado final"

C: Ahora que está un poco caliente este tema ¿Qué piensa sobre las elecciones realizadas el pasado domingo primero de Julio? y ¿Cuál es su postura con respecto al grave problema social que representa la violencia en Ciudad Juárez?

L: Pues creo que ninguno de los candidatos eran aptos para postularse, la verdad ni uno valía pena, creo que si Quadri hubiera estado en otro partido o de verdad fuera un ciudadano, si hubiera votado por él, pero con la “Gordillo” detrás de él, ni cómo ayudarlo y me doy cuenta que a nadie le importa lo que se vive en esta ciudad, ni al presidente municipal; lo cual es muy triste y desesperante, porque esta ciudad tiene mucho potencial pero nadie quiere explotarlo; y la violencia es deprimente, creo que hay maneras buenas de acabar con la violencia pero sin violencia, no sé, hay que empezar desde el hogar a tratar la violencia porque es sorprenderte ver niños de unos 5 años que sin ser violentos, mueren, al punto que me gana en palabras.

C: Es una situación que nos pone en un estado bastante impotente, lo mejor es como dice realizar el cambio desde nuestros hogares.

L: Así es.

C: Volviendo al tema,  ¿Cuál es su principal motivación para escribir?

L: La sociedad lo que me rodea.

C: Estamos cerca de concluir la entrevista pero, antes tres preguntas más. ¿De dónde surge el pseudónimo de Polar Vodcca?, ¿Qué es la vida para ti?, y la otra la hago después de su respuesta.

L: Ok, en sí era “Osa Polar”, me lo puso una amiga en la universidad, me dijo que era porque soy blanca por fuera pero negra por dentro; los osos polares tienen piel negra para absorber mejor los rayos solares y guardar el calor, después lo modifiqué a “Polar Vodcca” por un juego con Elsa, y como me gusta el vodka, dijimos "Hey rima" jaja. Lo escribí así con doble C  nomas por cambiar el nombre.
La vida para mí es como un gran patio de juegos, donde uno puede hacer lo que quiera, como quiera, porque quiera, sin dar justificación alguna, claro sin llevarse entre las patas a los demás, jaja.

C: Interesante, nunca me pregunté que había debajo del "peluche", concuerdo totalmente jajaa. Finalmente Lilia ¿quisiera hacer un comentario hacia los lectores y hacia esta entrevista?

L: Sí, primero que nada, me abochorna la entrevista porque jamás lo esperaba, y gracias a ti por el interés, y a los lectores que lo mejor del mundo que podemos tener está en los libros, son puerta a otros planetas, momentos, mundos y espectáculos. El leer te abre la mente y te da una expectativa y experiencia de vida que jamás podrás olvidar, ese sería mi comentario.

C: Muchas gracias Lilia, espero le haya gustado esta entrevista que pretende dar a conocer escritores locales como usted, siempre es un gusto, muchas gracias por acceder a responder las preguntas en este humilde espacio, Gracias.

L: De nada, si muy divertida, me hiciste pensar jajaja.

C: jajajaj awwww.

L: No de nada por cierto mi blog es: Las aventuras de Polar y Grizzly, creo jajajaja

C: Muchas gracias por compartirnos su espacio y tiempo, y se ha ganado una seguidora segura, gracias.

lunes, 16 de julio de 2012

Copas Rojas [parte 1]



Adrián Martel era un hombre sin hogar fijo. Martel sin embargo era muy afortunado, o al menos eso siempre pensé de él; costaba creerlo pero la música y él eran como la asíntota perfecta, conforme más se extendía uno u otro, más se acercaban entre sí al grado de ser uno mismo. Desde su voz melodiosa, dulce y suave, hasta su cuerpo que movía al son de un tango. Adrian Martel tiene más historia que la que imaginan; después de haber decidido apartarse de su familia cuando joven por cuestiones acuciantes de economía, derramó su partida por toda la Argentina, lugar donde adquiriría el gusto por el tango y donde conocería por primera vez la música de Carlos Gardel durante un concierto, donde le conocerían por primera vez a dicho artista, su gusto por este género le valió algún tiempo como cantante en un restaurante cerca del viejo barrio de Almagro, fue ahí donde yo le vi por primera vez con apenas veinte y dos años, el era un poco mayor, eso lo sabría después. Una noche de aquellas en que tocaba durante las veladas nocturnas que se gestionaban en el barrio, se quedó recogiendo los instrumentos y micrófonos y fue la primera vez que hablamos, para entonces la exposición de escritores que componían el evento, habían retirado el proyector y la megapantalla blanca; el evento prácticamente trataba sobre un conjunto de escritores locales que durante la velada nocturna escribían en vivo una historia, mientras las personas espectadores leían conforme el escritor inventaba, bajo fondo Martel cantaba tangos del gusto popular, aunque él poco después contribuiría componiendo sus propios tangos para animar al público en medio de las copas rojas de las tierras de Mendoza y Santa Catalina. Una vez a la semana iba a verlo cantar, a veces con esa mirada nostálgica y una angustia en su pecho que sabía expresar a través de su voz pero otras ocasiones se le oía tan enamorado que me hacía pensar que había alguien más.

Estuvimos tiempo conociéndonos desde aquella noche en que por primera vez le hablé; íbamos y veníamos entre las calles plateadas bajo la luna poco después de las veladas literarias, tomábamos café hasta Rio Negro donde se preparaba un café con una receta única que el dueño de la “Caseola” jamás reveló, ni siquiera después que murió y nosotros nos quedamos sin café para acompañar nuestras nostalgias. Las farolas daban un amparo de nuestras risas y nuestros abrazos eran un musitar ante los muros como espectadores mudos.  El tiempo volaba en ocasiones y el sol se nos encajaba como cuchillos solares indicando que era hora de regresar.

Debo decir que por él mi vida se detuvo como reloj de cadena descompuesto; como músico, como compositor y tanguero no pudo evitar ser notado y a la primavera siguiente tendría que partir a París en el encuentro de grandes músicos del momento. Nos despedimos brevemente podría decir, ya que en su última presentación por cuestiones del destino llegue tarde y logré entrar pero para sentarme en las ultimas butacas, al final quería ir tras el escenario pero un temor no me permitió acercarme y decidí mejor no verlo, no eran lo mío las despedidas. Me lamentaría mi cobardía más tarde.


Yo seguí con mi carrera y me volví médico en urgencias, tenía cierto tiempo libre a veces y era cuando me dedicaba a contestar las cartas que recibía de París, me escribía a veces muy animado sobre todo cuando se trataba de poder volver a vernos pero algo anestesiado por la melancolía muchas veces me hablaba de una forma íngrima y triste. Poco tiempo no falto en que se presentó un congreso médico que se realizaría en una universidad famosa en Francia y aproveché para comentarle que tendría la posibilidad de visitarlo en mi última carta.

Después del congreso lo contacté desde un teléfono público para saber donde nos veríamos, sugirió un jardín que se encontraba enfrente de una iglesia antigua por la Rue Simovile a media noche; había sugerido que fuera de acuerdo a la ocasión con algo elegante. Llegué con unos minutos de retraso, el taxista desconocía la calle y tardó en dar con ella; finalmente lo vi recargado bajo una luz neón azul y su aspecto había cambiado mucho a como lo recordaba, pero su figura era sin duda inconfundible.

Bajé del taxi mientras él se ofrecía a pagar, no tenía que hacerlo pero fue muy amable. Caminamos unas cuadras subiendo la avenida, y llegamos lugar, la construcción se veía algo especial, antigua, casi anacrónica con respecto a los edificios vecinos; sacó una llave de su bolsillo y abrió el candado que tenía cerradas dos grandes puertas grises, adentro, con un aspecto diferente del de afuera, brillaba con intensidad los focos sobre los candelabros y las sillas doradas me recordaban tiempos mejores, finalmente me condujo a través de dos grandes y rojas cortinas, la siguiente habitación era un viejo salón, que como me comentó él, había cerrado hace tiempo luego de que el dueño muriese y le legara todo a él.

Se disculpó unos minutos, empezó encendiendo algunas luces mientras todo permanecía cubierto por sabanas blancas excepto la pista central que estaba intacta. En seguida colocó un fonógrafo y la pieza musical comenzó. Una luz rosada apuntaba oblicua al centro, tomó mi mano y retiró de mí el saco que llevaba puesto dejando al descubierto un vestido largo rojo y satín, lo mismo hizo con su atuendo dejando ver el traje de noche. Empezamos bailando con la primer pieza de Leonard Cohen, Dance me to the end of love.  Bailábamos juntos sin poner atención a nada más, seguíamos la cadencia de la música y la decadencia en la voz a la par de un sensual “dance me to your beauty with a burning violin ♫, dance me through the panic till I'm gathered safely in ♫” Rodeé con mis brazos su cuello mientras el sujetaba con sus manos mi cintura, valseando de un lado a otro del salón hablando poco y suave del momento, nos deslizábamos atentos solo en nuestra mirada.


Mis brazos abrazaban sus altos hombros mientras recargaba mi cabeza por su hombro izquierdo, todo era perfecto bajo una noche estrellada que se dejaba entrever por los cristales junto a una luna llena luminosa. Las paredes eran de madera con tapiz muy viejo y colgaban varias macetas con enredaderas, la noche se tornaba cálida, la melodía seguía de fondo a un final con un “Dance me through the curtains that our kisses have outworn, raise a tent o shelter now, though every thread is torn”, era una canción penetrante… Él seguía abrazado a mi cintura y con mi cabeza ladeada sobre su pecho, luego volteé a verlo mientras el bajaba un poco su cabeza, mi frente casi quedaba a 5 centímetros de la suya, entrecerrábamos los ojos, un largo momento… emocionante… nuestros corazones latiendo muy fuerte por este primer encuentro de labios, una sensación de alegría placentera. Pero me detengo a escasos centímetros, pongo mi cabeza ladeada sobre el pecho de Martel, escucho sus latidos, casi parecían una arritmia cardíaca, pero no importaba, lo abrazaba más fuerte para reducir la velocidad con que latía su corazón, luego coloco mi mano gentilmente sobre su oreja, lo hago voltear de nuevo hacía mí, entreabrimos nuestros labios que se acercaban a 2 centímetros de distancia, pero un reflejo nos hace voltearnos a un lado para seguir bailando, el ritmo final de la canción se  hace más lento, me mira detenidamente y yo hago lo mismo, ninguna palabra era pronunciada, hasta que interrumpo.

  • ¿Quieres poner otro disco?
  • Sí.
  • Muy bien, ¿“Falling” de The civil wars?
  • Me parece bien.
  • Antes quiero algo de vino.
  • Me parece bien –Dice entre risas- ¿Nos terminamos la botella primero?
  • ¿Toda? – Me rio junto con él- Solo quería un traguito.
  • No es tanto en realidad.
  • ¿Dos copas de boca ancha?
  • Tomamos lo que quieras tomar, no tiene que ser vino tinto.
  • Quiero vino tinto – Tomamos por un tiempo breve frente a una gran chimenea al fondo del salón.
  • Siempre pensé en vino tinto – Tomamos un poco más, nos reímos, eran los gajes del buen sabor del vino.
  • ¿Bailamos? – Martel jaló mi silla en posición inicial para bailar, tomó mi mano derecha y lentamente caminamos hacia el centro del jardín que se encontraba saliendo del salón tras unas puertas de cristal.


Mientras caminamos lo tomo fuertemente de la mano, no paro de sonreír, lo detengo un momento, paso mi mano por su mejilla, tocó su suave cabello café, veo sus ojos tan claros y entrecerrados; sus nítidos y negros ojos parecían roca ígnea y volcánica, los contemplo arder con ese brillo maravilloso, paso mi mano otra vez y de nuevo a tocar su cabello.

  • ¿Corto?
  • Que tiene.
  • Nada- Ríe un poco más.
  • Shhh… Te quiero.

Pone sus manos sobre mi cadera y yo coloco mis brazos alrededor de su cuello, nos balanceamos un poco al ritmo lento del vals con “Poison & wine”, toma delicadamente mi mano derecha y la levanta sobre mi cabeza haciéndome girar. Regreso a su lado siguiendo el paso lento. Luego me estrecha contra él, toco su barbilla con mi mano, bajo su rostro, para ese entonces ya nos habíamos detenido de bailar y depósito un beso leve en su mejilla. Instintivamente se quita la corbata que ya lo estaba asfixiando y la pone alrededor de mi cuello haciendo que brote de mí una ligera risa. Sabía que lo ponía algo nervioso.

  • Tienes calor, ¿te puse nervioso?- enseguida coloco mis brazos doblados sobre su pecho y mientras me abraza seguimos balanceándonos. Pronto decidimos sentarnos en el piso – El alcohol y las vueltas no se mezclan tan rápido.


Adrián se detiene un poco acaricia mi oreja y me mira fijamente a los ojos, sonríe, no sabe por qué. Yo correspondo la sonrisa pero me da pena mirar y me volteo. Pronto lo siento acercar lentamente su rostro tratando de besarme, volteo hacía otro lado de la pena y alcanza a atinar a mi oído; posteriormente nos recostamos y posé mi cabeza sobre su pecho, seguía escuchando sus latidos, me calmaba sentirlo tan cerca de mío. Nos rodeamos con los brazos y miramos el cielo que solo se ha vuelto más oscuro, las horas volaron. Sonrío un poco y aprovechando que esta distraído beso su mejilla, escucho los grillos cerca, y prontamente se abalanza sobre mí girando cuesta abajo la colina sobre la que estábamos, caigo sobre él a una distancia muy corta, río pero de nervios, quedando bajo la sombra. Coloco un segundo beso pero sobre la punta de su nariz.

  • Me siento feliz.
  • Si te hace feliz, puedes besarme la nariz más seguido.
  • Es el alcohol.



Se arma de valor y me roba un beso rápido, me quedo sorprendida pero luego me río para vencer la tensión, así estando juntos la noche ya se ha quedado muy oscura y todo lo que distingo son esos ojos obsidiana brillando, lo besó pero esta vez más lento.



Corresponde y acomoda sus manos sobre mi espalda, gira sobre mí  y se quita el saco, lo sigo besando y de a ratos paro y lo miro fijamente, hay un poco de silencio, me acerco a su oído y le susurro que me siento feliz, toco su cabello, paso mis manos por sus mejillas y lo beso profundamente, me deshago el peinado quedando así mi cabello suelto. Giro sobre él pero no paramos de besarnos y vuelve a colocar sus manos sobre mis caderas, existe ese inmenso calor, me empiezo a sentir sonrojada, tanto que ya no sé si es el calor o la emoción y decido desabrochar su camisa haciéndola a un lado. Poco a poco siento que lentamente desabrocha la cremallera de mi vestido pero sin quitarlo y acomoda sus manos sobre mi espalda descubierta.

Decido sacar mis brazos del vestido pero sin bajarlo, yo lo beso suavemente en los labios, poco a poco, toco su espalda deslizando en círculos mis finos dedos en sus omóplatos. Me empieza a besar profundamente, mientras acomoda su cabeza sobre mi hombro, me abraza fuertemente y posa sus manos sobre mi cálido vientre. Pronto empiezo a sentir una sensación fuerte en el vientre, como algo inexplicable, río un poco y Martel gira sobre mí. Beso enseguida sobre su frente, lo miro y le digo que es lo mejor del mundo. Para esa hora no había sonido alguno ni del fonógrafo y The civil wars ni de los grillos nocturnos.


Se queda callado y besa mi mejilla, vuelve a colocar su cabeza sobre mi pecho mientras mis brazos descansan  en sus hombros. Coloca alrededor sus brazos sobre mi espalda y relaja la cabeza en el pasto. Empiezo a jugar con mis manos sobre su pecho desnudo, es que me agradaba tanto verlo respirar. Besa mi cabeza, siento su aliento pesado y tibio; empiezo a cantar “Razones” y una ancha sonrisa se dibuja sobre su rostro comenzando a darme un ataque de besos. Se endereza mientras me quedo sentada sobre sus piernas. Lo volteo a mirar y acerco mi frente a la suya, casi rozando las narices. Siento su mano ir detrás de mi espalda y retirar el broche de mi sostén, me estrecha fuertemente y empiezo a besar dulcemente su cuello con besos diminutos hasta llegar detrás de su oído. Me besa profundamente mordiendo un poco mi labio inferior. Tan solo ese beso me hace sentir una fuerza chispeante, lo beso en la barbilla así hasta sus labios de extremo a extremo de sonrisa, muerdo otro poco más. Nerviosamente intenta quitar el resto del vestido pero torpemente falla, lo retiro lentamente por él y hago que gire nuevamente conmigo hacia el suelo. Comienza a besarme apasionadamente pero con miedo a proseguir, lo siento en él.



  • No tengas miedo – Le digo apenas con tono de voz y lo beso profundamente por un largo tiempo, me corresponde en todo momento.


Mis manos juegan por su cuerpo, su abdomen, de su pecho a su espalda. Empieza a desabrochar su cinturón, beso su cuello y deslizo su pantalón fuera, me besa más profundamente y volteamos al cielo para percatarnos que nos está alcanzando la mañana, volteo a verlo:
  • Hagamos que amanezca el cielo- Muerdo su labio inferior, beso la esquina de sus labios, beso la esquina de su barbilla, detrás de su oído y me deslizo a su cuello, a su pecho, a su abdomen y vuelvo para besarle los ojos, me sonrojo un poco.

Animado vuelve a besarme los labios apasionadamente, baja lentamente a mi barbilla, a mi cuello, besa ambos hombros y mientras alcanza el borde de mis pechos retira la última de mis prendas y acaricia mis muslos. Me dejo llevar por la sensación, me besa aún con más anhelo, girando encima uno del otro, sin parar de besarnos pero sin proseguir. Lo miro detenidamente:

  • Si no quieres, nada pasará-  y lo beso en señal de que no quiero que se preocupe por ello – Te adoro.

Enseguida me abraza con alivio, me besa lentamente y sin prisas. Amplia es mi sonrisa, mientras el cielo quiere hacerse claro, lo siento recuperar la confianza y gira sobre mí, siento su mano retirar su última prenda. Lo miro con cariño hacia los ojos y siento ese fuego volcánico crecer entre nuestros encuentros visuales. Me dejo llevar por la sensación, quería besarlo con más pasión y beso sus hombros brincando hacia sus mejillas, juego a besarlo y a no hacerlo, besar sus oídos y antojar mis labios, lo tomo por las manos fuertemente y sonrío, en mis labios quieren salir algunas palabras pero no las encuentro. Lo intuye y murmura a mi oído:



  • Te amo- lo repite otras tres veces. Empiezo a sonrojarme terriblemente, enseguida enreda sus dedos por mi cabello, me volteo para que no me vea tan apenada pero mis ojos chocan con los suyos y seriamente mientras lo miro correspondo con un… “Te amo”… “Siempre te quise a mi lado”. Siento su calor y me acerco estrechamente a él, me recuesta, algo tiembla dentro de mí, algo dentro de él siente nervios, nos besamos más lidiando con la tensión, siento sus manos bajar por cuerpo, recorriéndolo, parece haber humedad entre nosotros. Empieza a besar mi cuello siento cosquillas pero me relaja el paseo de sus labios, me siente vibrar mientras los pasa atrás de mi oído, empieza a respirar fuerte y muy profundo, bajo mis manos sintiendo todo su cuerpo, tocando toda la perfección que existe en él, lentamente, nota mi boca entreabierta y la besa, empieza a besarme para que no note lo agitado que se ha vuelto. Siento su respiración pesada, estrecha su cuerpo contra el mío, vuelve a acariciar mis muslos, siento todo de él sobre mí, mucho calor y sus manos recorriendo, coloco mi mano sobre su cuello y sigo besando más y rasguña mi espalda, sin poder aguantar más la sensación de estar tan juntos empiezo a sentir ese movimiento entre nosotros, comienzo a perderme en el momento; lo siento dentro de mí, me escucha agitada y me dice que me ama casi ya sin respiración, me lo vuelve a repetir pero más calladamente al oído, no está seguro si lo oí pero sabe que entendí lo que quiso decir.
Lo miro feliz ya casi sin respiración, totalmente entrecortada, la sensación placentera entre nuestras piernas, casi siento tocar el cielo… Eleva su voz y me repite de nuevo “te amo” yo empiezo a jurar con nunca dejarlo y lo beso repetidamente. Deslizo mis manos a su espalda baja  casi llegando a sus glúteos, lo beso más lento, descubro esa sensación urgente dentro de mí, me siento cerca del cenit  y le repito que lo amo si ningún miedo. Me sonríe se detiene un momento, me besa apasionadamente y empieza a acelerar, me siente retroceder, le ruego que pare pero hace caso omiso, siento la sensación más fuerte, lo sujeto fuertemente, casi arañándolo, no puedo controlar la sensación, grito cerca de su oído, me voy casi de su cuerpo, quiere más.

  • Te amo- Me dice jadeando, hasta que oigo su gruñido.

Estrecha su pecho contra el mío, pasa sus manos por mis glúteos, por mi cintura y mis piernas. Nos sentimos aliviados en un respiro, nos besamos sin separarnos… me repite que me ama. Beso lentamente sus labios y le respondo que yo también lo amaba. Me nace una sonrisa, en él surge igual y nos besamos tiernamente. La mañana finalmente ha llegado imperante con un albor muy claro, el cielo parece incluso más azul que ayer; nos separamos brevemente y tomando su saco me cubre del frío. La brisa sobre las hojas se impregnaba, me abrazaba con el saco cubriéndome y decido recargarme en él. Siento sueño y me quedo recostada sobre su pecho, siento su aliento sobre mi cabeza, lo escucho oler mi cabello que estaba ligeramente ondulado pero algo arreglado, aún olía a fresco y al hacerlo a un lado de mi cuello, sentía su nariz oler los últimos vestigios de un dulce y ligero perfume. Ese único olor que solo se puede percibir a pocos centímetros de distancia, provocaba morder con gentileza mi cuello por debajo de la oreja, finalmente nosotros quedamos rendidos al pasto, con una mañana más fresca y más cálida que nunca.