Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Sobre tu muerte



¿Qué tiene que hacer la memoria para asesinar?
¿Qué tiene que hacer el corazón para olvidar?
Si con cada día que te recuerde se prenden los cielos
Se pintan de sangre los arboles y de rojo escarlata los arroyuelos.

¿Qué se pretende la vida a hacer miserable cada desvelo,
Cubrir con tiempo las heridas y cicatrizar las almas en duelo?
¿Qué me permite escribir a este indecible sentimiento arrepentido,
Que de dicha posee un vacio pero de miedo posee en mundo entero?

¿Qué me acerca más a odiarte, a querer con cada día saber de ti
Solo para enterarme si has muerto o has regresado junto a mí?
Cuan largas nuestras tardes de verano, juntos en la banca,
Cuan cortas nuestras horas platicando sin hablar de nada.

Y en la hora del crepúsculo incendiando nuestras caras,
Convirtiendo en pozos tristes nuestros ojos
Y nuestras figuras negras en grandes sombras
De desvelos, de mentiras, de miedos y de celos.

Y cuanto más bañado por tus besos, el carmesí de mi cuello,
Corría a verterse en tus lastimantes dedos a dañarme por entero,
A ser una agonía incesante que devoraba mi sueño
Me trastornaba a grados inimaginables de oscuros deseos.

Recuerdo la intensidad con la que solías mirarme,
Yo tu última esperanza, tu prisionera de caprichos,
Un dolor abominable de no tenerte y no poder dejarte,
Un dolor insoportable cubriendo de arañazos los suelos.

Rasgando paredes para poder olvidarte,
Moviendo mares para ahogarme en ellos,
Para decirte que no sentía nada al dejarte,
Para decir que prefería más un mundo externo.

Un mundo lejos de ti y no contigo,
Porque eres un veneno constante
Replicante de tormentoso vacio
De vicio, de odio frágil y alejante.

Y con lastimero resonar, ahogado mi llanto en la almohada
Hago constar mi profundo odio generado con el tiempo,
Nunca pronunciable, pero me tiene aquí pálida y enmohecida,
Con mis lánguidas emociones y lastimadas ilusiones, ese es tu recuerdo.

Así vertiste en mí ese veneno sutil,
Un veneno más penetrante que la cicuta,
Más mortífero que la belladona;
Un veneno de odio sincero y febril.

Un odio para convencerme de mí misma,
Un odio para convertirse hacia otros,
Un odio que calla los sonidos en la letanía;
De esperar el momento para abrirlos,

Cual caja de pandora que infarta las ideas,
Que enferma las cosas que aún son buenas,
Que corrompe las pocas esperanzas que quedan,
Y la dicha de las palabras que se callan y se enmudecen.

Por eso guardo para mí el persistente veneno destilado,
Porque con eso me vaciaste la vida, me vaciaste el cariño,
Y te maldigo por robarte todo lo que era mío
Y que jamás devolviste, para guardarlo con delirio.

Te convertiste en el incendio que enrojece mis ojos,
En el mar de las saladas lagrimas derramadas,
Llegaste a ser un invierno eterno de mis esperanzas y
Una casa derrumbada por los años.

Y de este penante sufrir, solo me queda mi alma,
Lo único que no te ha pertenecido nunca,
Que has enfurecido y perdido la razón por poseer,
Y sin embargo jamás has podido lograr obtener.

Pero amado guerrero me detengo a callar,
Me detengo a decir que hubo ilusiones,
Que hubo sueños y palabras falsas para hablar,
Hubo tanto de lo imposible de olvidar.

Hoy en el día de tu muerte, que ciertamente desconozco,
Pero en el día que hoy mueres, aún por el incesante odio,
Debo decir que mucho en mí de lo que reconozco
Me hizo fuerte, verdadera, una guerrera altiva del mal tiempo.

Una mujer tan herida imposible de dañar,
Porque ni las heridas, ni el rencor con que quisiera olvidar,
No me atrevo, no me atrevo a llamar
Que fue una angustia que me haya podido debilitar.

Por eso si llego a enterarme de tu muerte,
Que ojala nunca escuche decir eso,
Si llego a enterarme de que te arrepentiste consciente,
Y deseas volver conmigo y empezar de nuevo.

No lo hagas, que diré un ¨No¨ entre sollozos,
Aunque escuche tus ruegos y se me encoja el corazón
Lo siento mi amor es un ¨No¨ de desconsuelo,
Que no quiero volver a tu lado y seguir perdiendo la razón
Mi tiempo, mis palabras, ni mi amor desde luego.


2 comentarios:

  1. Muy buen poema, emotivo...
    al menos entre las cientas de cosas que se pueden garantizar en estas rimas
    la más eficáz y la única irreversible es la muerte del susodicho

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  2. Si queda garantizada, si queda irreversible que es lo que será, esperemos que nunca lo sepa, saludos Mikel

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