Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

viernes, 23 de diciembre de 2011

No es que muera de amor...

No es que muera de amor escrito por Jaime Sabines, a quien he estado leyendo últimamente desde que vi una compilación de sus poemas en mi librero y su foto donde su imagen es en blanco y negro, totalmente austero y ya entrado en años con esos lentes grandes que me recuerdan un siglo pasado y bohemio; lleva puesto una camisa blanca de algodón y abierta por el cuello, en su brazo izquierdo cuelga un reloj con carátula circular y en la extensión final de su mano un cigarro medio consumido, mientras en su mano izquierda lleva puesto un anillo. A media cintura ciñe un cinturón un pantalón gris y en su rostro finalmente culmina una expresión seria y desgastada. El libro se llama Recogiendo poemas con un prólogo de Carlos Monsivais el cual fue mucho de mi agrado leer. Así pues los dejo con este poema cuyo ritmo y musicalidad me fascino hasta la ultima palabra.



No es que muera de amor...

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

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