Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

martes, 11 de enero de 2011

Los celos en la oscuridad



Hasta ahora todo lo que había creído imposible me resulta refutable, todo inicio cuando conocí a la bella Ana, era una mujer sencilla, hermosa e inteligente, o así las vemos a todas cuando se cae enamorado, pero ella era mi Ana; el tiempo juntos al principio había sido grandioso, le gustaban mis abrazos y cuando la besaba, ella se sentía protegida, yo era un hombre de complexión robusta pero sin perder la forma, y ella, ¡Oh ella!, era una figurilla delgada y sensual, desde sus muslos que solía acariciar, recorriendo su hermosa y bien curveada cintura, subiendo por su hermoso pecho, un pecho tan cariñoso que siempre me recibió, y para rematar, unos labios carnosos que a lo único que siempre me había obligado era a besarlos, morderlos y atacarlos, era un placer insoportable verlos.

Un día todo cambió, ella me había esperado sentada fuera de la biblioteca, comía una manzana, pero ella sabía perfectamente que me volvía loco solo mirarla ahí seria y sencilla, me acerque por detrás y la abrase y bese como acostumbraba al saludarla, pero ella en un acto de ofensa retiro con velocidad mis brazos y dio una expresión de asco a mis besos.

-Sé que me has engañado y no quiero verte más, se termino todo, ¿entiendes? ¡Adiós! – Fue lo último que exclamo.
- Me fui consternado, había perdido a mi amada Ana.

Pasaron unas semanas en que ella y yo no nos dirigíamos la palabra, ni siquiera cuando yo insistía en sostenerle la mirada ella con gran rabia la esquivaba, no entendía muy bien porqué ella insistía en que la engañaba, jamás me atrevería a sustituir lo más bello que tenía con ella, ella simplemente era mi todo y ahora estaba herida y ofendida.

Una noche sentí una brisa fría, luego unas manos deslizándose por mis piernas, así hasta sentir un peso completo sobre mi cuerpo, creí que sería Ana, compartíamos el departamento así que posiblemente ella hubiese guardado la llave y vuelto, tal vez se enteró de la verdad que yo nunca la engañaría y quería compensar el conflicto provocado; empecé sosteniendo su cintura mientras la besaba, deslicé mis manos hacia su cadera, luego a sus muslos, aunque estaba oscuro, era sin duda mi Ana, sentí su pecho sobre el mío, pero algo extraño sucedía, no la sentía respirar, tampoco podía sentir su agitación o sus latidos, eso me empezó a extrañar, pero dejé de pensar en eso, y seguí en lo ¨mío¨, aquella noche me sentí plenamente feliz; después justo al día siguiente, la vi caminar muy a prisa, creo, rumbo a una de sus clases, la detuve unos minutos para abrazarla y besarla de nuevo, pero leyó mis intenciones y me dio una bofetada.


- ¡¿Qué haces? , ¿Estás demente?, lárgate!

Me sentí ofuscado nuevamente ¨¡¿bah que traerá?!¨, en todo el día estuve muy contrariado y distraído, en la noche nuevamente escuché la puerta, típico de una bisagra oxidada que nunca aceité, luego el mismo leve vientecillo y el deslizar de unas manos delicadas, ligeras y suaves, pero esta vez no me dejaría llevar, sostuve su muñeca para que no saliera corriendo y me aproximé a encender la luz, un terror impasible surgió de tal manera que ni siquiera pude gritar, tan solo me quede pasmado y blanco de la sorpresa, el aire dejo de entrar a mis pulmones, hasta que poco a poco reaccione. Una sombra con la forma exacta de mi Ana estaba sobre mí en posición para hacer el amor conmigo, era repugnante por su naturaleza, era tan fuera de lo normal que todo en ese momento chocó en mi cerebro, la sacudí y lancé hacia una de las paredes y corriendo como estaba, semidesnudo, y toque a la puerta del viejo apartamento de Ana, nadie escuchaba a eso de las 3 a.m. pero insistí con el timbre y tocando casi a golpes la puerta, finalmente abrieron.

- Estás loco, son las tres, ¿qué haces aquí?
- ¡Ana, Ana, tu sombra… no es que… créeme tu sombra!
- Estas ebrio o drogado, vete por favor – Y cerró la puerta en mi rostro.

Me fui titubeando, no sabía qué hacer, regresé a mi departamento, y aún estaba esa sombra, traté de calmarme pero seguía trémulo de la impresión, tomé asiento y ella yacía sentada en la esquina cerca de mi cama.

- ¿Qué haces aquí?... ¡Cómo!… es que… ¿Cómo?
- Yo te amo, nunca hablé y nunca te lo dije, pero siempre te he amado, a pesar de que sentía muchos celos cuando besabas a Ana y estabas con ella, pero yo soporté, todo para estar a tu lado ahora, yo misma hice que ahora estemos juntos por siempre, yo mande esos mensajes para que los leyera Ana en tu celular y creyera que tú estabas con alguien más y funcionó. Ahora ella ya no te habla y no quiere saber de ti, así podemos estar juntos y tranquilos amor, ¿lo entiendes?
- No, no lo entiendo, sal por favor.
- Sé que me amas y me deseas me lo has dicho mientras hemos estado juntos estos días.
- Vete por favor.
- Nos vemos mañana.




Salió deslizada por la puerta, esa figurilla sensual y sobrenatural. Pasaron algunos días y trate de buscar a Ana, pero no aparecía, la cité frente a la biblioteca por mensajes pero nunca respondió, en cambio su sombra empezaba a acosarme, me rasguñaba, me golpeaba y me decía estúpido, gritándole a todos que yo seguía amando a Ana, pero a nadie parecía interesarle la escena de celos que esa sombra alborotaba, me cansé, y me dirigí hacia el departamento de mi amada, su sombra me seguía de cerca, como si no fuera suficiente que ella me perturbara en sueños, y en cada pensamiento durante el día, ahora ella me seguía insistente mirándome con su profundo odio, casi se parecía al de Ana, pero no era igual; toqué varias veces y nadie me abrió, decidí irrumpir; cuando entré una escena macabra se desplegaba ante mis ojos, mi impotencia creció y un llanto ahogado subía por mi esófago, el aire comenzaba a faltarme, el cuerpo mutilado de Ana estaba en el suelo en medio de una gran mancha viscosa y roja, me volteé hacia la sombra de ella, estaban mis ojos rojos de coraje, mi corazón destrozado, mi vista empezaba a nublarse, perdía el juicio más y más.

- ¡Maldita sombra, maldita seas, la mataste, bruja, espectro, maldita oscuridad de celos!

Tomé lo que parecía su cuello, y lo estrujé con todas mis fuerzas mi odio empezaba a disiparse, solo sentía que faltaba más y más el aire, finalmente todo se escureció. Al día siguiente desperté, pero yo no era yo, no era mi cuerpo, no estaba en él, lo que es más, había muerto por mi propia mano, yo era esa sombra, la sombra de celos, una oscuridad que asesino a mi Ana.

2 comentarios:

  1. umm perturbante interesante algo loco y trillado hehe geniall :O XD

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  2. Saludos Basta fuerte, gracias por tu comentario.
    Anónimo, a ese punto queria llegar n.n

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