Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La felicidad se escapa en el anhelo


La felicidad que se escapa por las rendijas del cuerpo
apenas hacen un silbido de despedida risueña sin miedo
sin decir nada, los días se caducan con la prisa del tiempo 
y se acaban como si fueran posibles de desecharse sin remedio.

Mientras la sombra de la tristeza que nubla aquellas memorias
e insistimos en que se quede como si fuera tan valiosa,
como si de verdad importara tenerla presente o cuantiosa,
  y las heridas fueran un trofeo que presumiera tus historias.

¿Nos habremos de preparar las despedidas con amarga sal?
¿No podremos decir abierta voz lo que nos morimos por decir?,
Dejar de negar con temores lo que nos permitimos sentir
y reconocer que siempre que lo callemos, siempre nos irá mal.

Caminar con la certeza en el único cielo que entrar no nos permite
y quiera el alma sin los pies en la tierra elevarse mientras la vida se va,
mientras cada temblor de labios se vacía en aquél placer final
y toda sensación de recordar parece acontecer donde el dolor arremete.

Mientras la vida entera pasaba, quien recordaba una vida a vivo color
buenos momentos que ayer se esfumaron con los inviernos de hoy,
languidecer extendiendo la mano que muere por tocarte  con esmero,
recordarte ingenuamente los ojos de paloma y saber que eran cuervos.

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