Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Soñar con Enebro



Los miedos mas inusuales bajo el Argentum de Otoño
salpicaban implacables el sudor de un sueño,
tan húmedos y helados surcan la noche en desvelo
el bruno cabello de una joven de encantos.

Su blanca filipina de sangre se ha moteado,
la esquizofrenia a mecido su mente al engaño;
un terror impensable en la noche rompe el silencio,
quiebra realidades y las fantasías las vuelve tormento.

Estando ella acostada se le ha trepado un muerto,
una raíz olvidada durante los años del tiempo.
Desesperada muerde sus uñas y jala su pelo,
el horror a socorrido a quitarle el aliento.

La noche es lenta, no hay ruido al momento,
voltea a la buhardilla, observa el firmamento;
la mantendrá con vida hasta el escarmiento,
somnolienta se ha quedado, un subconsciente esparcimiento.

La horas avanzan y de un susto ha despertado,
nuevamente aquel sueño de una voz susurrando;
observando su cuarto, mas solo ella dormitando,
¿qué ha pasado?, no estoy en mi cuerpo, estoy flotando.

Un sonido ahogado al fondo se ha escuchado,
en la recóndita esquina, ha respondido a su sobresalto.
Una sombra informe de oscuro desencanto
la llena de pánico, ¿a qué me estoy enfrentado?

La figura oscura sobre la recámara avanzando;
unas blancas manos asoman de una cara en quebranto,
la mujer dormida sola en su habitación rompe en llanto,
el espectro la jala de sus cabellos, se la lleva arrastrando.

¡Una noche más, dormí, y ahora me están llevando!,
gritaba fúrica y desesperada, piedad pedía sollozando
¨ déjame maldito engendro de gótico garbo¨
el fantasma ni respondía, ni volteaba seguía su paso.

Finalmente la soltó, azotándola al suelo la golpeó,
perdió sus fuerzas en cuanto sintió el tizón de su mano,
el Espíritu desde lo alto, orgulloso malvado, la estaba mirando
¨cada noche vendré por ti, abriré tu mente¨, pronunció.

¨Es un sueño¨ musitaba desde el cuello, el sonido dificultado,
miró sus manos, su uniforme bermellón de sangre se había llenado,
sorprendida, impactada de su condición se estaba cuestionando
¨Cualquier crimen acaecido, cualquier asesinato realizado,
no tengo condición para poder recordarlo¨

Aquella negra alma del estante un libro había sacado
¨observa en este libro tu pecado cometido¨
trémulas marfileñas manos tomaron el libro con desagrado,
intentó buscar los ojos de la enigmática figura preguntando.

¨¿ Qué ser me visitaría para poner en claro el delito olvidado?
abrió de par en par las hojas, esperando no encontrarlo,
pero ahí estaban las viejas cenizas de un diario perdido.

Una confesión hecha hace muchos siglos,
recordó sus ojos extraviados y sus sentidos idos,
la boca hecha amarga de una risa cetrina
acentuaba su demencia y sumamente abandonada.

¨No entiendo que sucede, ¿ por qué no recuerdo nada?
¿hice yo esto?, he desterrado mi alma a la desgracia.
Se acordó de su vida, una mujer de Ceuta originaria,
Ciudad Española del Norte de Marruecos ahora encontrada.

Todo su pasado, las cosas en su vida eran enigmáticas,
ahora sus años volvían, la memoria recordaba.
¨Hace tantos años que perdí, en la confusión inundada,
la voz de un cicerón que en aquellos tiempos me endulzaba¨.

Los días pasaban y en las noches furtivas escapaban,
su cabello suave, largo por los dedos pasaban,
sus ojos brillantes y su boca cual rosa la besaba,
eran felices, tan tiernos lo rememoraba.

Pero una expresión de dolor cruzó la morada,
un día, en un cimbre, a la exposición estaban invitados,
disfrutaban contentos del arte, cortejo de los sabios,
cuando el disparo de una bala la vida le había quitado.

El cayó desvanecido y alrededor de él se expandió un charco cinabrio;
sin conocer la razón de su asesino, lo enterró bajo el cipariso
sin guerra, sin gloria en la fosa fue depositado,
ella apareció en ese instante frente a el viejo Cipo.

Mandado construir en su dolorosa memoria
con las rodillas en la tierra, la cara dirigida a la pilastra erigida,
se desmayó en desconsuelo del ancestral amado.
Despertó de su viaje pero, queriendo soñar con recelo.

Se levantó de su cama y corrió caminos hasta su destino,
al llegar a ese Cipo, rogó el perdón y dio el juramento
¨Encontrare al asesino, al infeliz gusano lo sacaré del averno;
a todo aquel que en cobardía te haya querido matar,
lo encontraré y tendrá el mismo final¨.

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