Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

jueves, 9 de junio de 2011

Cansancio


El día era demasiado abrumador, la pesadumbre apenas me dejaba respirar sin nostalgia, muchas cosas en mi vida se fueron conforme los años pasaron entre ellas mis ganas por la vida, estas se iban como el viento a través de las rendijas y sonaba igual, ese lastimero silbido. Durante mis estudios nunca destaqué en nada porque siempre me sentí por abajo de mis espectativas y aquellos que me rodearon una vez también me sintieron así pero, tampoco me importó yo seguí a mi más comodo ritmo, a mi más sencilla manera de andar, incluso algunos allá me señalaban por la forma en que andaba y es que solo podía arrastrar mis pies, algunos se fastidiaban rápidamente de mí, ellos vivían con demasíada prisa y eso a mí me parecía enfermo.

En mis relaciones con los demás tampoco hice gran esfuerzo, los que me hablaban eran aquellos que se acercaban o se sentaban junto a mi curiosos, mis amistades eran más fugaces que yo y por eso las perdía y tampoco me importó y pronto miles de cosas dejaron de importar.



Empecé ayunando porque levantarme cada vez era más díficil, y así fuí perdiendo el apetito, pronto la comida que consumía era más escasa, no estaba interesado en alimentarme, pero siempre fuí avído con mi trabajo, herrero, herrero y más que herrero artista en ello ponía toda mi creatividad y empeño, pero nunca nadie lo reconoció, dudo que llegara a ser visto, pronto todo me peso más y dejé de comer debido a que fuí despedido siendo sustituido por alguien más joven y más competitivo, ahora sólo quedaba mi habilidad para mí mismo; pronto no solo fueron cosas laborales, una vez amé y tal vez pudo ser la persona que más hubiera amado, pero ella no veía nada en mí, nada que la alentara a pensar que yo daría el primer paso y exactamente fue lo que hice, la dejé ir, finalmente me quede solo y ni un triste perro que me ladrara, y pronto todo se hizo evidente... necesitaba crear algo para ser recordado aunque solo fuera por mis sepultureros.




Me levanté de mi asiento y tomé cada fierro en la casa, todo tubo o lámina que pudiera trabajar, incluso desarmé una estufa entera dejando solo los tubos de gas, encendí el soplete y pronto estaría terminado. Pasaron algunos días y me cortaron agua y electricidad porque dejé de pagar, sin trabajo, sin dinero, sin servicio y así no podría acabar, entonces reuní algo de dinero para comprar un pequeño tanque de gas, era demasiado caro contratar cualquier otro servicio además que me serviría para tener fuego; el día final llegaría decidí dejar las mangueras de gas abiertas para morir, ya nada quedaba por hacerle a la escultura que posiblemente sería el mejor diseño nunca antes visto entonces lo noté una pieza le faltaba a mi obra, un simple toque y estaría lista la obra de mi vida, solo encendí el cerillo con el que culminaría mi obra, sin saber que mi acto final culminaría con un cerillo, que mi vida culminaría por un esfuerzo mío de hacer las cosas bien y todo explotó.


Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear,
saber gozar y sufrir
y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.

Gregorio Marañón (1887-1960)
Médico y escritor español.

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