Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

miércoles, 22 de junio de 2011

La distancia entre dos cuerpos



Aquel día cuan abrumado estaba, la muchachita que quería tras haber estado actuando raro en estos días por fin decidió dejarme, había estado dudando de nuestra relación y no solo era eso, ella seguía amando a su exnovio, lo más que hice fue darle mis bendiciones y que se fuera aunque no sin mi tono amargo. El día desde que empezó fue un caos total, había quedado con una amiga para que buscara la letra de unas canciones de un cantautor favorito mientras yo contribuiría trayendo conmigo una guitarra, lo cierto es que eso no me animó del todo, antes me puse tristísimo por lo que en cuanto salimos del edificio me le perdí de vista, sentía la necesidad de estar solo y llorar porque fue bastante el tiempo que deseé estar con ella para que terminarán así las cosas; había tomado el celular de mi amiga en el que había subido las canciones, por lo cual después me estaba buscando para que se lo devolviera; Lucía, que era mi amiga era de aquellas mujeres demasiado callada y solía aislarse siempre pero en estos meses me había encomendado a juntarla a nuestro grupo de amigos y hacer que hablara conmigo por esa razón ella sentía que debía ayudarme a no andar deprimido. Pronto apareció con el grupo de amigos invitándome a no quedarme solo y acompañarlos a un restaurante para ir a comer ella era aún ajena a toda la historia que tenía con Miriam por lo que me ayudaba aún sin saber que me había sucedido. La tarde transcurrió sin demasiados ánimos para mí hasta que finalmente concluyó la comida y todos partieron cada quien para su rumbo, solo habíamos quedado ella y yo caminando por las calles en silencio con pasos tan lentos y arrastrados que difícilmente nos alejamos apenas unas dos cuadras; el silencio pareció incomodarla:



- Sabes… siempre quise subir la torre del reloj que se encuentra en la alameda, pero no he podido porque no quiero hacerlo sola… ¿quieres venir conmigo? – yo accedí, sentía que necesitaba algo de calma en un lugar aislado y bonito.


Ella no parecía convencida de que subiría por las escaleras que solo eran de tubo y estaban rodeadas por una reja de metal pero cuando observó como trepaba velozmente por las escaleras me siguió diciéndome desde abajo que no me alejara demasiado. Cuando finalmente llegamos al techo nos apresuramos a la orilla del enorme tejado, el vértigo era excitante y a la vez nos mantenía aferrados de las manos a la barda de cemento. Yo me encontraba un poco más tranquilo, la tristeza aunque no desaparecía del todo si empezaba a ceder, entonces ella se dirigió al otro extremo del techo, temí que fueran a oírnos pero eso a ella no le preocupaba, entonces pareció por fin quedarse tranquila, después de un rato nos sentamos juntos y la noche avanzaba más sobre nosotros entonces la moví para que recargara su cabeza en mis piernas mientras ella seguía cantando con la música en su celular, era muy bonita mientras la luz de neón que se reflejaba de un edificio vecino recorría con suma sensualidad su largo y detallado cuello, podía divisar todos aquellos músculos y tendones en su grácil cuello, tan deseable tanto que… terminé besando su cuello. Ella lo sintió, sé que lo sintió porque guardo absoluto silencio, eso me desesperaba, SE QUEDO EN SILENCIO, ¿habrá sido bueno o malo?, a pesar de que eran los segundos que transcurrían ya sentía la eternidad cayéndome de peso en mi cerebro, me desesperé y finalmente le pregunté.


- ¿Por qué dejaste de cantar?


- No dejé de cantar, es que solo se acabó la canción – atiné que ella aprovecho eso para responder, después movió sus manos para poner la siguiente canción y surgió así la canción de Bésame, ambos nos reímos mucho de eso, luego después deposité otro beso en su mejilla, parecía inmóvil, nuevamente no me detuve y deposité otro más en sus carnosos labios, eso la hizo reaccionar y prontamente respondió mi beso, ese tiempo fue maravilloso y eterno, ambos estábamos felices y no queríamos decir nada, yo no deseaba decir o preguntar nada que pudiera arruinar este momento con el que fantaseé; transcurrieron apenas unas dos horas y ella se había recostado en el suelo con sus manos detrás de su cabeza, sus ojos estaban cerrados pero ella no estaba dormida solo como que descansaba, entonces decidí ponerme encima de su cuerpo, me miró y le pregunte que si la incomodaba, ella me dijo que no, no sé si era por la impresión o porque ella le llamaba la atención lo que sentía en ese momento, sentí dentro de mis pantalones algo que crecía, estaba encima de ella, encima de su pecho, de sus caderas mientras sentía que un calor se expandía sobre su entrepierna, la tenía frente a mí y comencé a frotarme con ella como impulso salido de mis ganas, notaba como sus ojos se abrían y empezaba a oír algo de agitación en su respiración, pronto corrí el zipper de su blusa y bajé su brassier descubriendo unos redondos y cálidos pechos, los besé a mi antojo percibiendo un aroma a perfume, no imagino cuál era pero olía muy rico, y los presione con ambas manos viendo como se hacían duros sus pezones al contacto, ella parecía agitarse más mientras sus ojos estaban entreabiertos y sus labios aún más abiertos me generaban el deseo de besarlos, así que lo hice, la besé mientras mis manos seguían recorriendo un cuerpo en el que había pensando hace tiempo, el cuerpo y la belleza de ella quien fuera mi amiga ahora estaban siendo recorridos por las manos de su más fiel amante, seguí recorriendo su cuerpo y me retiré un poco para quitar el resto de su ropa, desabroché sus jeans y lentamente retiré poco a poco sus panties de color azul descubriendo su pubis bruno, ella me tomaba por los hombros como pidiéndome que me acercará más a ella, y así lo hice. Ella desnuda frente a mí salvo por sus pies a los que no quite los calcetines, la empecé besando desde su boca , recorriendo los músculos tensos de su cuello y deslizándome por entre sus senos los cuales excitaba más con mis dedos pasando una y otra vez sobre sus duros y respingados pezones, luego seguí recorriendo por su abdomen notaba como mi aliento parecía agradarle mientras respiraba sobre él, finalmente llegué a su pubis, sus piernas que estuvieran juntas las abrí de par en par, ella parecía en otro mundo pero notaba como su placer crecía, tome mis manos para separar sus piernas que se resistían pero no tanto como para no permitirme operar, entonces hundí mi lengua en su sexo a lo que comenzó a retorcerse yo la sostenía mientras la humedad inundaba su clítoris y su vagina, su sabor era algo salado, pronto me separé un poco y desabroche mis pantalones, ella me miraba mientras lo hacía pero notaba como su cuerpo temblaba, entonces saqué mi pene erecto y lo acerqué con lentitud a ella primero por su ombligo después descendiendo a sus labios, hasta llegar a su vagina, entonces la penetré, ella sola se aferraba a mí como queriendo sostenerse con las uñas mientras yo me movía dentro de ella, algo de saliva escapaba de su boca con esos hilitos que la aperlaban, yo estaba excitado de verla como su respiración se aceleraba hasta convertirse en sonidos hasta que empezó a reírse, nunca la escuché reír así, nunca ni siquiera cuando aquella vez que estaba jugando conmigo porque me había quitado la chamarra que llevaba pero me gustaba, se reía con más fuerza hasta que terminé y el semen escapaba después de haberme retirado, ella estaba temblando y cerró sus piernas mientras se aferraba al suelo como queriendo lidiar con lo que sentía; me sentí lleno de salud y de vida, y tenía ante mis ojos a una diosa que me concedía este don maravilloso, me acerqué a ella a detener el temblor de sus piernas con mis manos y a abrazarla y besarla mucho, ella me correspondía y la noche era algo que nunca podría borrárseme; pasado unos minutos se incorporó y se vistió, bajamos juntos pero la veía cuando descendía como sus piernas temblaban al apoyarse sobre cada escalón, yo también me sentía raro de las piernas. Manejé en mi auto y el silencio prevalecía pero no era incomodo era algo como que cálido y de mutua complicidad, la despedí en su casa y yo me fui pensando en todo lo que hicimos, mañana volveré a verla y espero iniciar bien con esta relación, con alguien que no dude, que me amé a mí y lo que soy; mañana le llamaré porque seguramente estará acostada sobre su cama descansando como la princesa que es para mí.

2 comentarios:

  1. Wow, excelente, de esto estábamos hablando.
    Eso ocurre cuando una mujer de ciencia describe el acto.

    Me pongo de pie.

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  2. Gracias, me sirvió mucho sus comentarios y los de Bruno para cambiar los más errores que había. Saludos Míkel.

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