Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

jueves, 13 de octubre de 2011

El estanque y el pez


Las huellas de sus pies se esfumaron de mi casa, desapareció tal cual como se arrincona el polvo dentro de las casas y después ya no está, desapareció como se van de la mente los nombres, las ideas y las respuestas de un exámen. A veces parece que quisiera modificar la realidad y nada funciona, me entra la crisis y no sé que hacer. Por otro lado estoy aquí al borde de una ventana con la barda de piedra sosteniendo cada duda que cae por mi cabello, con las cornisas más bellas y el balcón más alto, allá donde salta en el estanque de la ninfa (así apodado) un pequeño pez que al no encontrarse con nadie más se arriesga a buscar fuera del agua, y yo que ni a eso me decido.

Volteé hacia atrás allá donde estaba mi ¨vida¨  y por alguna razón no me parece más real que las cosas que fantaseo; mis ojos empiezan a sentirse pesados, saben que no desean ver más, ni imaginar tantas cosas que después se tatúen en ellos, mis manos lánguidas y frías se hacen más rasposas desde que no conocen la suavidad de su piel y tampoco lo harán, volvería a la cama pero no busco soñar más con él, no quiero siquiera saber de él, no desde que su manera de amarme me marcó, no desde que su lengua se volvió un filo que me causó semejantes heridas penetrantes, no quiero verlo desde que su pelo, sus ojos, sus labios se volvieron mi adicción y por mucho que lo hubiese querido lo mejor es olvidarlo.

Permitirme disfrutar mi vida allá atrás donde reposa la nueva dicha, aquel que ahora comparte no solo mi casa, mi cama y mi cuerpo, si no también todo lo que soy, como soy, lo que quiero y lo que no, incluso a pesar de que no le gusta algunas de las cosas que hago o las personas con quienes hablo, nunca me lo externa. Parece respetar más de lo que otros pudiesen haber respetado, incluso el hecho de un beso, incluso el cariño que sentiría e incluso el hecho de que no siempre o más bien casi siempre no ando de buenas. Parece respetar que me queje aunque sea sin sentido, parece respetar que a veces lloré lejos de su presencia, o ría lejos de él, pero respeta.

Tal vez debo dejar este estanque, dejar escurrir las dudas y empezar a saltar fuera del agua, arriesgarme pero buscar ser feliz.

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