Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

lunes, 25 de octubre de 2010

El rumor del viento

Apenas amanecía en mi departamento, otro día desorientada, un hombre acostado en mi cama, y yo viviendo del hedonismo sin beneficio.
Ya eran años desde mi ultima ilusión hasta que todo me fue arrebatado. Mi esperanza de un futuro venidero era algo menos que incierto, era un imposible según los médicos.
Desde entonces ya nada me importa, ya nada parece importante cuando sabes que al irte no quedará nada de ti, nadie que recuerde tu voz en las noches, nadie preguntará si llegas a faltar, esa vida no nacida dejará de depender de ti.

Un aborto jamás lo esperé, en serio, jamás pense que pudiera ocurrirme a mí, tan joven, llena de sueños, de planes para un futuro, y eso por desgracia ya no es posible. Tengo cancer de ovarios, lo que me imposibilita dar a luz, es una tristeza grande para mí a mis venticinco que no puedo ser capaz de embarazarme. Mi pareja en aquel entonces me abandonó por completo, puedo decir que hizo lo que quería, no estaba obligado, en especial si lo que él buscaba era formar una familia, no lo culpo. Yo por mi parte me dedique a no pensar más en luces futuras, en cuidar de nadie si no de mi misma, en no querer dar más amor. Sí al final descubrían mi estado no estarían conmigo para toda una vida, entonces era mejor servirme del placer sin riesgo.
Así parecía ser cada fin de semana, llegar a las puertas de LOS CAMINOS, pasar a beber un poco, conocer alguien diferente cada noche, y otras repetir las experiencias más placenteras. Yo estaba estudiando como Microbiologa, y constantemente viajaba para hacer semestres al extranjero, hoy partía rumbo a Italia. Dejando un apartamento más vació de la transitoriedad de los nómadas, del olvido ajeno. Así me sumerjo yo, en limar necesidades, a dar afecto sin esperar nada perdurable, nada parece ser así en la corta vida que se nos ofrece.
Como siempre, lo deje marcharse sin que tuviera que hacer alguna especie de cumplido o detalle, solo su noche, nada más. Tome mis pocas pertenencías y me fuí.
Al día siguiente despertaba igual, ningún hombre al lado de mi cama, demostraba la invariabilidad de mi animo y de mi interes, con ellos, sin ellos, ¿que mas da?. Tome mis aspirinas mientras un cafe hacía su llamado con el silbido de su agujero, y pensaba de nuevo en él o ella, él o ella que nunca guardaría en mi vientre, el él o la ella de lo que solo quedaba una fea cicatriz debajo del vientre, el único secreto que jamás revelé.
º
-¿Qué te paso ahí?
-Un accidente
-¿De quién?
-De Dios, Mio, de la Vida, no lo sé. Hagamoslo...
º 
Y nuevamente siempre dormido. Un pegajoso sudor despedido de su espalda, un cuerpo tan igual a tantos otros, un cabello desacomodado, y yo en mi invariabilidad para amarlos, para querer amarlos. 

Tome mis aspirinas, mi cafe y mi mochila, rumbo a la Universidad. Cada día solo era más de noche, la luna parecía recibirme y vigilarme con esa luz tentadora de acciones, el frio entumía cada parte de mí, y me hacía querer abrazar más mi vientre. ¿Por qué esa insistencia? ¡Estas vacía! ¿Lo entiendes?, aún toda esta indiferencia no se aplicaba a todos. Un hombre bastantes años mayor que yo me parecía ser el platónico al que no dañaría o quitaría tiempo para un flirteo, no de eso no quería ocuparme, siempre parecía recibirme en la misma mesa, fumando una pipa, un foco rojo localizable a distancias verdaderas dentro de esta niebla matutina, me sentaba en una mesa cerca de él viendolo pensar, viendolo alimentar animales fueran palomas, perros, gatos, lo que fuese; entonces terminaba y se sentaba a mi lado, nunca me preguntaba nada, nunca quize hablarle, este silencio no era incomodo, era acogedor, sano en toda esta toxicidad. Tampoco me dirigía la mirada solo se quedaba quieto inmerso en sus cavilaciones, despues la clase empezaba y partía yo a mi salón, él tambien se iba. Ese era mi amor, mi imposible.

Cuando salía de mis clases, ya no lo volvía a ver, pero si llegaba a faltar una mañana hacía de mi día algo olvidado. Era tan necesario para mi verlo así como un prohibido que como un potencial. Era tan necesario como mis aspirinas y como mi cafe.  La tarde crecía mañana me iría de Italia, ya no lo vería, eso hizo de mi tarde hoy un abismo bermellon, un rojo cielo inhumano, el tirano.

Me senté quieta con un Malbec al lado, me quede harto rato viendo las figuras del parque, unos Fantasmas Maché, pensando en lo imposible, un imposible mortal, al poco rato mi mareo acrecento una botella nunca fue suficiente, dos hacían un milagro con mis animos, iba pronto a reclinar mi cabeza en el suelo y dormir, cuando la sentí apoyarse debilmente en el hombro de alguien, era él otra vez, ¿Me habría estado observando? ¿Desde cuando? ¿Me habra visto rodar lagrimas? No lo creó. No abrí los ojos y aún sabía que era él, entonces por primera vez se comunicó.

Me enseño una nota extraña, la tomé en seguida. Despues de leerla mis ojos enrojecieron tanto o más que el cielo que nos quemaba con su cardenal anuncio. Lo volteé a ver, lo besé; y lo prohibido se convirtió en una de las más calidas experiencias, un silencio nuevamente más confortante.

Era mudo, pero tenía más bellas maneras para expresarse que no me importó. Vino conmigo en mi viaje, no nos hemos unido y tampoco nos hemos separado, pero somos tan necesarios uno a otro que el día que falte alguno, el día del otro se volverá tan solo un rumor en el viento de la atemporalidad tan desolada que existe en estos días.

Días posteriores se volvieron años de inmenso calor, dejando atrás los inviernos de mi vida. Dejando atrás cada clavo a esta puerta que se introdujo con vehemencia hiriendo cada cosa imposible, y el milagro ocurrió, tres años despues nació un varón de mi vientre, los doctores, hombres necios de saber y soberbios sin razón jamás se explicaron como o por qué, pero era el cambio. De una indiferencia, de un vacío de ser solo un rumor del viento entre tantas personas sin esperanza, y alguien tan necesitado de aliento como yo, está conmigo desapareciendo mi inexistencia.

                                                                          

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