Destinatario

Estas son sólo notas de olvido, recibos injustificados, cartas de silencio y telegramas melancólicos que una mujer de vena negra escribió.

jueves, 14 de octubre de 2010

La rosa de un jardín


En el jardín morado muere el silencio de una flor
cuando todo un bregal callado desde el fondo se oye una voz
- ¿Quién te manda a morir y revivir por verme?
Tú el que cada día que pasa nunca se detiene.

Cuál tristeza es verte nacer en el arrebol
y para el final del día el malva llueva tu fenecer, 
que cada oscuro día a la misma espera del amor
tú juegues a brillar por mí y luego me pidas perdón.

Yo que ni me muevo, ni te hablo, ni te veo,
me he cansado del silencio y hoy te vengo a detener
para que no avances más, ni le des al níveo
un solo albor de su clase, solo el rosa de ese cielo.

Cuánta nube azul no ha caído en desilusión
cuánta rosa roja no te ha buscado a compasión
para que les des tu amor en calendas y hojas,
y yo que púrpura marchita ni te busco, no me conozcas.

Yo que de la tierra me desprendo y detengo tu caer del cielo cerúleo
para que no te escondas en el seno de los horizontes,
para que no refugies tus oscuros revuelos de locos desvelos
que con cada noche fragmentan el sueño del cenzontle.

Te pido viajar a mis sueños trotador de mundos,
te pido morir en mi pecho mirlo de mis arrullos, cervato de mis deseos 
que tu pico en procesión ya conoció mistura de mi boca,
que de tus alas en vuelo partieron un corazón de roca.

Te pido soñador desconocer de pasado o de futuro,
que el presente ya se ha borrado de tu muro,
que solo quedan cartas de enero, risas de junio
y sabes que quedan ciertos días de escasos murmullos.

Y con aquejo voy haciendo con mi corazón lo que quiero,
pero lo que quiero en mi corazón no se va haciendo,
es por eso y decido, dejar de dar alas a mis sueños
dejar retozar la fuente de luceros y el corazón herido.

Cuál sorprendente, aterrador que me resulta verte,
es mi miedo a encontrar en ti algo diferente
y tiemblo con cualquier parecido loco ilusionista
por el Quijote cervantino y la Dulcinea lílea. 

Ya de suerte y conocida así inicio la historia
y que por historias nacidas crezca la suerte y la dicha;
más como toda narrativa, la buena, la real siempre medita
por necesario la consciencia y en ella el alma marchita.

Que igual no detengo tu paso, ni te hago guardia en la buhardilla,
todos los caminos son buenos para partir con tu gallardía,
más si de quedarte detienes el tiempo
si esperas y no espero, empiezo a recordarte.

Que no te llame mi mente, que mi mirada sea denuedo
porque de volver a perderte y no perderte no puedo,
se queda algo de corazón para sentir por ti eso lo arriesgo
si termina por confundirme y darme cuenta de aquello
sera mejor que me vaya y no me veas de nuevo.

No siento frío sin dolor, no siento ya nada sin vos...

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